Messi,enelCalderón comoenelcolegio

Recuerdo cuando era niño y jugaba al fútbol con mis amigos que siempre había alguno que lo quería hacer todo. O porque era muy bueno o porque se lo creía, el caso es que él era el que tenía que regatear, sacar todas las faltas y todos lo córners y, por supuesto, marcar los goles. Nunca me cayeron bien, porque acaparaban demasiado balón y porque, normalmente, el experimento no salía bien.

Supongo que si ese imitador de Maradona de mi niñez hubiese sido Messi no me habría importado lo más mínimo que tuviese la pelota en el pie todo el tiempo. Porque estoy seguro de que más de una vez habría hecho lo que hizo ayer en el segundo gol del Barcelona. Él sacó la falta lejana, él corrió hacia el área esperando un balón sin dueño y a él le llegó, él remató y recogió el rechace de su remate y, finalmente, él fue quien marcó el gol y dio la victoria a su equipo.

“Yo me lo guiso y yo me lo como”, habrá pensado el argentino. Me juego lo que sea a que ya lo hizo más de una vez en el patio de su colegio y que ninguno de sus amigos se quejó nunca cuando lo intentó. Es la diferencia entre tener a Messi o no de tu lado. Que con él siempre acaban bien las cosas que la mayoría intentan alguna vez sin éxito.

David García Fernández

Murcia