Empate a golpes entre dos estilos antagónicos
El Espanyol no aprovechó la rigurosa expulsión de Fontàs
Es evidente que Berizzo y Quique tienen dos libros de estilo completamente antagónicos. El primero tiene fe ciega en el ataque, el segundo prefiere basar su éxito en la defensa. Ayer firmaron tablas en su ajedrez particular, pero con sensaciones bien diferentes, eso sí. Porque el Espanyol no modificó su conservador plan ni jugando con uno más durante toda la segunda parte, después de la rigurosa expulsión de Fontàs al filo del descanso. Berizzo, por su parte, aunque hizo un cambio defensivo para recomponer sus piezas, persistió en su idea de buscar el jaque mate aún con menos peones. Y lo intentó hasta el final, apoyado en un Aspas colosal.
El encuentro comenzó con una incursión de Jonny en el área, quien no supo definir tras encontrarse un balón que la zaga había rechazado a tiro de Aspas. El moañés le enseñó poco después cómo definen los grandes. Si hace cuatro días sorprendió con una falta directa a ras de suelo, esta vez eligió superar a la barrera con su zurda impecable. Acto seguido empató Gerard, el killer españolista, con un cabezazo espléndido, a la antigua usanza. No tardó ni dos minutos el Celta en coger ventaja de nuevo, con un zapatazo teledirigido de Wass a la escuadra. Y en la jugada siguiente Piatti vuelve a poner el equilibrio en el marcador, porque en el juego mandó el Celta de principio a fin. Sisto se apuntó al intercambio de golpes con un brillante disparo a la cruceta. El epílogo al primer acto lo firmó Jaime Latre, al expulsar a Fontàs. La segunda amarilla parece justa, en la primera no existe ni falta.
A pesar de la inferioridad numérica, el Celta no renunció al balón, ni al ataque. Todo lo contrario que el Espanyol, que no puso a prueba a Rubén. Sí lo hizo Diego López, obligado a repeler dos zarpazos de Aspas. Sobre la bocina, el colegiado no vio una clara mano de David López dentro del área perica. No hubo penalti y los puntos se repartieron a partes iguales.
Polémica Jaime Latre no vio una clara mano de David López en su propia área