Un rastro de sangre en el Calderón
Resulta difícil componer este titular cuando a estas alturas todavía es tercero de una competición del prestigio de LaLiga, pero las constantes vitales del Sevilla son muy débiles. Ya sin aire, ganó a Eibar, Las Palmas, Betis y Athletic en un esfuerzo conmovedor para tratar de atrapar la tercera plaza. Pero el Sevilla ha sido incapaz de oxigenarse y ha pasado de la mediocridad de Vitoria a la impotencia ante el Leganés, y de la profunda decepción de Leicester al baile del Atlético. Por más que Correa marcase el 3-1, el Sevilla salió por piernas de la sobremesa del Calderón dejando un preocupante rastro de sangre por el túnel de la M-30.
El Sevilla necesita irse al hospital más cercano para tapar la herida y rehabilitarse cuanto antes. Sampaoli, empeñado en no darle la camiseta de titular a Correa y Jovetic, parece algo desorientado. Empezó con un dibujo en el Manzanares y pintó otro al descanso. Su Sevilla, en el que reinó la anarquía, fue un galimatías al final. Al argentino tampoco le ayuda la baja forma de Nasri. El francés, uno de los jugadores del torneo durante dos meses, ha caído. Su ritmo, pastoso, es el de un equipo que se ha bloqueado. Estas ideas tan mecanizadas como las de Sampaoli, que presumen del amor por la improvisación pero están basadas en gran parte en el ensayo y repetición, se resienten si una pieza no encaja. El Sevilla sigue en el podio de LaLiga, pero necesita otro golpe de autor si no quiere descarrilar.