AS (Valladolid)

Del susto al baile

Un gran Madrid remontó con dos goles de Cristiano Un penalti injusto errado por Vidal cambió el partido Neuer, heroico Roja a Javi Martínez

- LUIS NIETO

Múnich ya es tierra conquistad­a para el Madrid, que bordó su papel de campeón en la segunda mitad tras salir con vida de una primera con espinas. Cristiano pasó la prueba del nueve, con dos goles de ariete al uso; Carvajal fue un tambor imparable en la banda derecha; Marcelo soltó carrete tras sobrevivir de milagro a Robben y Asensio llegó a los postres de un triunfo de ley. Las semis están a un paso pese a Neuer. Sólo él permite que se juegue la vuelta.

Un contratiem­po, un penalti inexistent­e errado por Vidal, permitió al Madrid romper la baraja. Ahí se disparó Cristiano como nueve de rompe y rasga, último eslabón de un equipo dominante, con aire de campeón, que funcionó mejor sin Bale que con él. Los laterales, Kroos, los últimos minutos de Modric y los que salieron desde el banquillo quebrantar­on a un Bayern en el que sus figuras, cargadas de años y de lesiones, se quedaron sin aire.

Por el paso de Guardiola o por el paso del tiempo, el Bayern ha ido abandonand­o la patada en la puerta con la que se llevaba por delante a sus adversario­s antes en el Olímpico y ahora en el Allianz. Continúa siendo un equipo territoria­l, más desde la llegada de Thiago, que necesita tener en la mano todas las llaves del partido, empezando por la pelota, pero sin el ardor guerrero y ese mal carácter que actuaba como motor en su época de esplendor. Más sin Lewandowsk­i, un depredador de primer nivel, el único goleador puro de los bávaros, la única solución viendo el bajón de Müller. No intimidó al Madrid, aunque a este le costara poner en marcha su plan.

El descorche del Bayern duró apenas cinco minutos, porque el Madrid rompió el cerco con un buen acople de la BBC en el sistema de ayudas y una buena predisposi­ción al trabajo de equipo. Así que el Bayern acabó por refugiarse en Robben, que encaró siempre a Marcelo, consciente de que no habría auxilio para el brasileño. Con todo, el Madrid alejó mucho el peligro y tuvo en su mano la oportunida­d del primer golpe. Un centro preciso de Kroos lo cabeceó Benzema picado. La pelota superó a Neuer, que rozó la pelota con las uñas, pero se quedó en el larguero. Sentía el Madrid, en aquel momento, que el partido se vencía hacia él, con un buen juego de combinació­n, construido a partir

de Kroos, en este momento varios pasos por delante de Modric.

Sin embargo, cedió seis córners en 25 minutos, casi todos provocados por Robben, factor diferencia­l en el equipo alemán. Demasiada lluvia de balones sobre el área como para no acabar empapado. Y en el sexto, Vidal apareció tras el cogote de Nacho y metió un cabezazo-misil por el centro que Keylor no supo sacar por instinto. Ese Bayern a la italiana descubrió en el balón parado lo que no encontró en el juego. Supo el Madrid entonces que nunca habrá ofrenda floral en Múnich. Le dolió la bofetada y se expuso a un mal mayor en otro cabezazo de Vidal. Sólo salió de nuevo a la superficie poco antes del descanso, con remates de Cristiano y Kroos que no hicieron blanco. Fue antes de que Rizzoli confundier­a el pecho de Carvajal con su mano y le regalara un penalti al Bayern (y una tarjeta al lateral), que Vidal mandó a la villa olímpica.

Pero el error le otorgó una vida extra al Madrid y la vivió a lo grande. Un minuto después del regresar del descanso, Cristiano cazó, en posición y con hechuras de nueve, una volea cruzada a centro de Carvajal que cambió de color de la eliminator­ia. Ese instinto no se le irá nunca. Ahí comenzaron otro partido y otro Madrid, que se desplegó con más sentido ante un Bayern que ya no podía abrigarse tanto atrás. Robó, esperó, amenazó y arrasó. Un cabezazo a quemarropa de Bale que sacó en manotazo instintivo Neuer precedió a la merecida roja a Javi Martínez. La entrada de Asensio para robustecer el centro del campo dejó al Bayern en alta mar y el Madrid tuvo el atrevimien­to de no dejar pasar ese tren. El último pase parecía el desagüe por el que se marchaba su superiorid­ad. Benzema tuvo el triunfo en su mano dos veces y Cristiano una tercera. El Bayern ya sólo pudo presumir de portero. Un portero inmenso que no pudo parar otro remate de nueve de Cristiano con la suela en gran envío de Asensio. Y entonces el Madrid fue de olé en olé, dándose un gustazo y perdonándo­le la pena capital al Bayern. Ojalá no tenga que lamentarlo en el Bernabéu.

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