AS (Valladolid)

Ray Loriga “Otra final contra el Atleti sería una agonía. Prefiero a la Juventus”

- A. MÉRIDA / G. POSE

Bernabéu “El palco desprende un aroma siniestro que genera rechazo en la afición”

Zidane “No está recibiendo señales de apoyo por parte de los dirigentes del club”

Deseo “Siempre quise tatuarme en la piel el 7 de Juanito”

CAFÉ, COPA Y FÚTBOL Destacó muy joven con un estilo rompedor que enganchó a toda una generación. Ahora, a sus 50 años, Ray Loriga resopla con temple tras logar el premio Alfaguara. Ahora espera que su querido Real Madrid gane la Champions para abrochar esta temporada.

¿A qué le sabe el premio Alfaguara de novela que acaba de ganar? —Me sabe bastante a descanso, peleamos siempre pero no siempre ganamos en este oficio. El Alfaguara es uno de los grandes premios en lengua castellana y lo tienes que disputar contra un montón de escritores de toda Hispanoamé­rica. Ganar este premio me permite ver el horizonte un poquito más relajado porque se sufre mucho. Un libro es un proyecto largo, un camino en el que te sientes un demente, sentado solo en una habitación horas y horas ante una máquina de escribir o la pantalla de un ordenador. Cuando esto sale bien es un gran respiro, sobre todo porque le puedes decir a tus hijos: “¿Ves como tu papá no era tan tonto?”. —Míchel, el exjugador del Real Madrid, hizo famoso un grito tras meter tres goles a Corea del Sur en el Mundial de Italia: ¡Me lo merezco! ¿Gritó usted lo mismo cuando se enteró que había ganado el premio? —No, porque siempre tienes miedo a las derrotas que se suceden en la vida y, a pesar de ello, tira uno hacia delante, con fuerza. Así que cuando uno conquista algo importante como este premio es una satisfacci­ón inmensa pero, sobre todo, se goza hacia adentro, una emoción muy íntima porque justifica un gran esfuerzo. —Acaba de cumplir 50 años, ¿cuál es la mejor edad para un escritor? —Tuve la suerte de empezar a publicar muy joven y he gozado de una buena carrera literaria, con éxitos internacio­nales, traducido a 14 o 15 idiomas, pero lo lógico es que el escritor sea una figura de aliento largo. Por eso los 50 es una muy buena edad para seguir escribiend­o novelas. Se aprende mucho por el camino, aunque también se pierde algo, por ejemplo, esa inocencia y tremenda energía que te sacude siendo joven. —Leí un titular sobre usted: “El veterano escritor rockero resucita y gana el premio Alfaguara”, ¿acaso estaba muerto? —No, (ríe) estaba de parranda, como decía el Gato Pérez. Lo que ocurre es que cuando inicias un trabajo como esta novela, con la que he estado peleando cinco años, estás fuera del foco, en las sombras, escondido en una cueva. Podría parecer que no andas por ahí, pero no quiere decir que estés muerto. Hacía tres años que no publicaba una obra, lo que no quiere decidir que hubiera dejado de escribir. También me sorprendió ese titular, pues vaya, no me habían avisado que estaba muerto. —Se ha comentado que su novela ganadora, ‘Rendición’, sabe a Kafka, ¿puede explicar por qué? —Lo comentó el jurado, citaban a Kafka y a Orwell, y es posible que ‘Rendición’ transite por esos parámetros de fábula, una fábula simbólica que, de alguna manera, habla de nosotros, pero es una novela que no se cita donde sucede, ni siquiera se comenta el nombre de los dos protagonis­tas principale­s, hay una guerra donde combaten los dos hijos de una familia, recogen a un niño refugiado, luego pierden la guerra y ellos mismos se convierten en refugiados. —Ha dicho que el optimismo no está justificad­o, que no hay señales que nos animen a pensar que hay algo que puede mejorar, ¿qué arreglo tiene esta vida? —Si supiera leer el futuro apostaría a los caballos, algo que hacía de jovenzuelo. El trabajo de un escritor no creo que sea tanto dar soluciones como compartir las preguntas entre todos nosotros y la labor del lector es encontrar sus propias respuestas. —También declaró que “quería ser Ray Loriga de mayor y ahora que lo soy no lo soporto”. ¿Qué ha fallado? —En realidad era un comentario jocoso. Cuando uno se dedica a esto y logra cierto éxito tiene una imagen pública, estás muy expuesto, haces muchas entrevista­s y todo eso. Ese personaje suele tener poco que ver con el que escribe. El escritor es una persona y el que hace la promoción es otra y ese Ray Loriga público, rockero y juerguista, tiene poco que ver con la persona que se tira ocho días sentado golpeando las teclas de un ordenador. —Ese latido pesimista que le sacude ¿también le ataca con su querido Real Madrid? —No, porque los madridista­s de corazón somos un poco chiflados porque se nos olvida, a veces, que el año pasado ganamos la Champions, la número once en nuestro palmarés, algo que no ha logrado ningún equipo. Pero parece que un mal partido, un revés que no encaja bien el Bernabéu, provoca el hundimient­o del barco. El Real Madrid es muy grande y nos da muchas alegrías. —Da la impresión que Zidane está lanzando señales de huida, ¿es posible que le esté venciendo, entre otras cosas, estar condenado a alinear por sistema en el equipo titular a la BBC? —Lo que creo es que Zidane no está recibiendo señales de apoyo por parte de quien se las debe dar. No tanto por el aficionado sino por

los dirigentes del club. En el Madrid siempre está todo en entredicho y se toman las cosas con muy poca calma. Sería bueno tener un club mejor organizado, que hubiera más sensatez en la presidenci­a. No se sabe separar bien lo urgente de lo importante. Y en cuanto a la BBC, está claro que si alguno de ellos no conviene para un partido determinad­o no debería salir de titular. Y si el entrenador está obligado por decreto a alinearles no es buen asunto. —¿Se puede entender la desazón que puede afectar al aficionado clásico madridista, su distanciam­iento con el equipo, por culpa de esas comentadas maniobras orquestale­s en la oscuridad que suceden en el palco del Santiago Bernabéu? —Claro que sí, ese aroma de gran empresa, casi siniestro, de mercado político y económico que desprende el palco del Bernabéu no es lo que más gusta al aficionado verdadero y genera rechazo en mucha gente. Es lógico que nos tengan esa manía tan horrible aunque no sea del todo justo que lo tengamos que pagar los seguidores. Yo soy madridista por mi infancia, por una ilusión sana, por Juanito, por Santillana, Benito, Pirri, Di Stéfano..., y ese estilo de dirección del club, donde prevalecen intereses más bien sombríos en detrimento del espíritu deportivo y de unos valores auténticos, afea mucho el asunto. —Hablando de aquellos tiempos gloriosos del Madrid, uno de los socios más antiguos del Atlético de Madrid, ¡el número 4!, nos decía hace pocos días que el futbolista más grandioso que había visto en su vida fue Di Stéfano, en este asunto caben pocas dudas, ¿no? —Ninguna duda, mi padre siempre dice que nadie que no haya visto jugar en directo a Di Stéfano puede saber lo fabuloso que era este jugador. Se podía tirar hablando de Alfredo toda la tarde, y yo tan contento y con los ojos como platos. —¿Cuál ha sido el jugador más fantástico que ha tenido ocasión de ver? —De lo que he visto diría que, por un lado, Maradona, aparte de por sus virtudes futbolísti­cas, por lo exótico de su personalid­ad. Fue el que más me fascinó. Hasta la llegada de Messi no había visto nada igual en un terreno de juego. También se me han quedado grabados para siempre, Cruyff y, por supuesto, Zidane. También tengo que decir que, de niño, mi jugador favorito era el gran Juanito Gómez. En mis camisetas yo escribía con boli el nombre de Juanito y el número 7. —¿Cree que el Madrid tiene un estilo de juego con Zidane? —Ocurre que el Madrid está condenado a ganar y a jugar de forma excelente, y eso es muy complicado de procesar. Es verdad que no hay un estilo definido en este equipo, depende más bien del talento de sus estrellas y de su estado de forma. —Por no hablar de Sergio Ramos.

—Sí, es increíble lo de este jugador. Es un caso digno de estudio. Bueno, diría que Ramos son dos personas: Kroos y él. El alemán es su guía y ambos parece como si se leyeran la mente. —¿Cómo le gusta ver el fútbol?

—Suelo ver los partidos con mi amigo Vigo Mortensen, muy madridista aunque en su corazón siempre late su equipo de toda la vida, el San Lorenzo de Almagro. Pero a mí me gusta ver los encuentros solo, sin fiesta alrededor, con una cerveza y ya está, no como ni patatas fritas. El barullo en estos casos me aturde y no me deja concentrar­me en lo que en ese momento me importa. —¿El Real Madrid, el Atlético y el Barcelona podrían asociarse a tres géneros literarios distintos? —A ver, el Atlético del Cholo Simeone tiene muy claro el estilo y sabe a lo que juega. Rocosos, siempre atentos, con furia y una lección muy bien aprendida, dejando pocas oportunida­des al rival y con dos balas que no suelen fallar. El Atlético sería novela negra, al estilo de Jim Thompson o Elroy. El Barcelona de este año está perdido, no es de otras temporadas, está deshecho. Aquel equipo brillante de los buenos tiempos de Iniesta y Xavi era pura poesía. El Real Madrid, en cambio, siempre ha jugado con velocidad, potencia y talento, con unas defensas al límite y arriesgand­o mucho. Sería una novela de Joseph Conrad, de espíritu marinero. —¿Se imagina en dos meses otra final de Champions League entre el Real Madrid y el Atlético? —Pues no, tanto por el Atleti como por nosotros. Sería una agonía y un desgaste insufrible. Y para el Atleti sería un suplicio. De todas formas, una final entre españoles no me va, es más divertido jugar con equipos con los que no te enfrentas a menudo. Con la Juve estaría bien, o el Bayern, pero ya no puede ser. —Empieza a sonar la música de los grandes fichajes, ¿ve al atlético Griezmann en el Real Madrid? —Griezmann es una gran estrella que tendría cabida en cualquiera de los cuatro mejores equipos del mundo. Pero, claro, el Madrid no puede traer a Griezmann para ser suplente de lujo. Debería solucionar en condicione­s el futuro de Cristiano Ronaldo, por ejemplo. Pero, no sé, creo que casi es más urgente arreglar lo del portero. El Real Madrid tiene que tener un portero sensaciona­l y creo que Keylor Navas no alcanza ese nivel a pesar de que considero que es un buen portero. El portero que necesita el Madrid es Oblak. —¿Qué tatuaje se haría ahora después de todos los que tiene en su piel? —Hace tiempo que dejé de hacérmelos, pero siempre quise tatuarme el número 7 de Juanito.

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