Otro maldito atropello

Ayer nos levantamos con una noticia terrible: la muerte de otro ciclista en la carretera. Es una noticia que se repite casi a diario en el mundo, y que se multiplica los fines de semana. Esta vez tiene más foco porque se trata de un profesional de prestigio, de un ganador del Giro que estaba preparando la edición del Centenario de la Corsa Rosa y que solo cinco días antes había celebrado su última victoria: Michele Scarponi. Comencé a escribir todavía en caliente y mi primer impulso fue maldecir al conductor de la furgoneta. Pero me niego a hacerlo: bastante tragedia le ha caído también. No creo que sea bueno criminalizar sistemáticamente a los conductores, porque muchos lo somos: quienes escribimos este periódico, quienes lo leen, y hasta los propios corredores. Nadie está a salvo de un accidente.

Sí animo a las autoridades a trabajar. España lo hace. La campaña del 1,5 metros está calando. Pero no basta. Manuel Quinziato, italiano residente en Madrid, nos dijo hace unos meses que “el conductor español es el más respetuoso de

Europa”. Scarponi murió en Italia. Aun así, aquí todavía nos topamos con repugnantes huidas, con irresponsables actitudes y con una ley insuficiente. Un ejemplo es la lucha de Anna González por que se haga justicia con su marido. Insisto en que no quiero cargar contra los conductores. Pero sí me gustaría advertir que en la carretera, el ciclista siempre es el débil. Avanzaríamos con no verle como un obstáculo y convivir. Ya no podemos resucitar a Scarponi, Otxoa, Martín, Mora, Morales, Cabedo… y otros muchos anónimos. Pero su recuerdo nos debe ayudar a reflexionar.

“...UNA NOTICIA TERRIBLE: LA MUERTE DE OTRO CICLISTA EN LA CARRETERA”.