AS (Valladolid)

El general del sprint

Kittel logró su segundo triunfo La etapa rindió tributo a De Gaulle

- JUAN GUTIÉRREZ LA CRÓNICA

Marcel Kittel batió con autoridad a Arnaud Démare y André Greipel en la llegada de Troyes, después de un recorrido llano que rindió homenaje a Charles de Gaulle y que aportó muy poco a la carrera, a excepción de ese embalaje final a 71,17 kilómetros por hora de velocidad punta. Kittel agranda un poco más sus grandes números: 11ª victoria de la temporada, 11ª victoria en el Tour de Francia, 16ª en una gran ronda y segunda en la actual edición, tras la conquistad­a el pasado domingo en Lieja. El alemán es el general del sprint.

La jornada se desarrolló esta vez sin sobresalto­s, pero con un buen susto. El corazón subió de pulsacione­s cuando Démare inició una maniobra de remontada por la derecha pegado a las vallas. La imagen recordó a ese Cavendish que se colaba por un hueco imposible, y a ese Sagan que sacaba el codo para tumbarle. Sagan, por cierto, ha recurrido su expulsión al TAS, que ha rechazado la apelación. Démare sí logró meterse por ahí sin perder la vertical, pero sin tiempo para imponerse. Kittel mandaba por el centro. Marcial.

La etapa transcurri­ó con tanto sosiego, que hubo mucho tiempo para recordar a Charles de Gaulle, a quien se rendía tributo en este recorrido, que atravesó la localidad de Colombey les Deux Églises, donde el general falleció el 9 de noviembre de 1970. En una colina, una imponente Cruz de Lorena, que costó 22 millones de euros, sirve de memorial del presidente de la República más importante de la historia. La Cruz de Lorena formaba parte de la bandera de la Alsacia-Lorena, nunca reconocida por el Imperio Alemán, y fue adoptada como símbolo de la Francia Libre durante la Segunda Guerra Mundial, en contraposi­ción a la cruz gamada de los nazis. Por eso también fue un icono del gaullismo.

“Confuso”. Colombey les Deux Églises aparece igualmente en la pequeña historia del Tour, en un trazado prácticame­nte calcado al de ayer. Aquel 16 de julio de 1960, en el avituallam­iento de Chaumont, Jacques Goddet recibió el mensaje de que De Gaulle podría estar a pie de ruta, porque descansaba allí ese sábado. Una vez confirmado, Goddet avisó a los líderes, neutralizó la carrera, paró a la salida de la localidad, cogió el megáfono y gritó: “El Tour saluda afectuosam­ente al presidente de la República”. Fue entonces cuando el general pronunció una famosa frase a su esposa Yvonne: “Estoy confuso, el Tour para por mí”.

Casi 57 años después, el pelotón se avitualló en el mismo lugar, Chaumont. En ese punto, los escapados del día aumentaron su ventaja de 2:30 a 3:20 minutos. El ritmo baja a la hora de comer. Ese trío avanzaba destacado desde el banderazo de salida: Quemeneur, Backaert y Laengen. En aquel 1960, en la parada ante el general, el maillot amarillo, Nencini, y el maillot verde, Graczyk, se situaron pie a tierra al frente del gran grupo para saludar al eminente espectador. El Tour patroneado por Chris Froome no se apeó ayer, pero Démare sí exhibió su jersey verde en el sprint de Colombey, que cruzó en cabeza después de los fugados, que sucumbiero­n más tarde bajo la parcarta de tres kilómetros. El francés quería honrar a De Gaulle, aunque la batalla final se la llevó en esta ocasión un alemán. No importa. El general también fue un símbolo de la reconcilia­ción franco-germana.

 ??  ?? EL SÍMBOLO DE LA FRANCIA LIBRE. Al paso del pelotón, en una colina en Colombey les Deux Églises, asoma la Cruz de Lorena, el Memorial a Charles de Gaulle.
EL SÍMBOLO DE LA FRANCIA LIBRE. Al paso del pelotón, en una colina en Colombey les Deux Églises, asoma la Cruz de Lorena, el Memorial a Charles de Gaulle.
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