AS (Valladolid)

Aquella Liga de 1970-71 y el misterio del Calderón

Atleti-Barça, última jornada, quien ganara era campeón

- POR SANTI GIMÉNEZ

El Vicente Calderón ha sido para los barcelonis­tas un estadio con un halo misterioso. Para los barcelonis­tas, el Calderón es un estadio que aúna el Castillo de Drácula, el orfanato de Los Otros y La Casa de la Risa de la feria. Cuando el Barça viajaba a la orilla del Manzanares, todo era posible. El choque entre culés y colchonero­s ha deparado algunos de los partidos más memorables del fútbol español, pero era en el Calderón, donde el vértigo aumentaba y todo era posible.

Desde que Romario pusiera al Barça 0-3 en 20 minutos y que el partido lo acabara ganando el Atlético por 4-3, hasta una goleada culé por 0-6 que decidiría el destino de Torres pasando por la derrota de un Barça moralmente roto una semana después del secuestro de Quini en un partido en el que el Barça salió sin número

9 en su alineación. Pero nada comparable al misterio del último partido de la Liga 1970-71. El 18 de abril de 1971 se jugaba una última jornada de Liga de infarto. Tres equipos partían con opciones de ser campeones: el Valencia de Di Stéfano, el Atlético de Marcel Domingo y el Barça de Buckingham. El único que dependía de si mismo era el Valencia, que jugaba en Sarrià ante el

Español. Atlético y Barça jugaban entre ellos. Si el Valencia perdía, el equipo que ganara en el Calderón era campeón. El Español, que a pesar de no jugarse nada en la clasificac­ión salió muy motivado, doblemente motivado podríamos decir, se impuso al Valencia, por lo que dejaba el título en manos del vencedor de ese misterioso partido en el Manzanares. Una final de Liga. Quien ganara, era campeón.

La prudencia, el miedo, la responsabi­lidad o vaya usted a saber… atenazaron a ambos equipos, que jugaron con el freno de mano. Martí Filosía adelantó al Barcelona en el minuto 59. El Barça era campeón en ese momento. Pero la alegría le duró cuatro minutos, que fue lo que tardó Luis Aragonés en empatar el partido. Quedaba media hora por delante y si no marcaba nadie, el Valencia a pesar de su derrota, sería campeón.

Y no marcó nadie a pesar de las miradas, los intentos de pacto y la estupefacc­ión general. Muchas teorías se han escrito sobre ese partido. Yo me quedo con el misterio del Calderón.

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