AS (Valladolid)

“Trabajar es cansado”

Cesare Pavese

- JUAN CRUZ

El fichaje de Pablo

Antes del esperado partido de anoche, mi amigo Pablo Ruiz, acaso el más noble de los seguidores del

Barça, tiene 14 años, me habló de fichajes. Las nuevas generacion­es padecen esa necesidad, como si fueran campeonato­s. Me preguntó ayer Pablo qué va a pasar si no ficha a nadie el Barça. Le dije que estaba Deulofeu, que apunta hacia arriba. ¿Vendrá

Dembélé?, me preguntó. Quién sabe. El fútbol depende de los nombres propios. A Neymar le pareció más grande

PSG que Barça. Allá él, le dije a Pablo. Me olvidé de decirle a Pablo lo que me había dicho Santi Giménez: el fichaje del Barça es Valverde. Atentos.

Y el del Madrid

Y el fichaje del Madrid es Zidane. Después de vaivenes en los respectivo­s banquillos, en el Barça y en el Real Madrid, los dos grandes equipos exhibieron anoche en la banda a hombres capaces de distinguir la pasión de jugar de la técnica del juego. Los dos asumieron sus papeles, antes, en el campo, y ahora en los banquillos, con la discreción de Del Bosque, con las artes silenciosa­s de Rijkaard. El fútbol necesita ese espíritu. Zidane es un gran fichaje. Lo es Valverde. Los dos van a competir como si éste fuera el fútbol de antes. Serán buenos, pues, para LaLiga.

La vida por delante

Así que, en estas circunstan­cias, recomienza el fútbol en serio. Se inauguró anoche, pues, con este partido que los aficionado­s a uno u otro equipo esperamos como si fuera la madera que se hace violón, que así decía Arthur Rimbaud. Luego la vida se pone por delante, y cansa; es una competició­n cansada la que viene, porque consiste en trabajo y más trabajo, de jugadores titulares, de jugadores suplentes, de pobres y de multimillo­narios. Asustan las estadístic­as que Relaño reseñó en su columna del último sábado. El fútbol ahora es de ricos y de pobres, y el porvenir no es bueno.

Deuda interminab­le

El que no se endeuda no es nadie. Según esas estadístic­as, da igual el fracaso económico que suponen esas enormes transaccio­nes. Se trata de desmejorar al contrario también en el ámbito de los cheques, de ganar fuera de la cancha, comprando, lo que quizá no está claro es ganar en la cancha. Los equipos grandes se endeudan, en Francia, en Inglaterra, en España, gastan más de lo que ingresan, y a veces les toca la lotería como al Barça ahora. Pero al Barça el fracaso Neymar le ha costado como si hubiera perdido varias veces la

Champions. El PSG, aunque pierda en el campo, se ha llevado un trofeo.

Los que pierden

Y el endeudado parece el Barça. Así es. El fútbol ha cambiado de escenario, ya no sólo se juega en el campo sino también en los despachos, y eso desvía la atención. Me pasó viendo el muy bello partido entre el Cádiz y la UD Las Palmas, equipos de igual uniforme, de parecido presupuest­o, de jugadores buenos o aceptables, y de jugadores buenísimos. Pues ahora los ves disputando y te viene a la cabeza qué sentirán esos futbolista­s ante las noticias de estos días, ese baile de millones y millones que parecen marcar la calidad de sus colegas.

Solitarios

Debe doler que cada minuto produzca millones o casi nada. Este es un deporte profesiona­l muy sometido a las leyes del mercado y a las leyes propias del fútbol. Y no parece probable que un día se cansen de la situación rico-pobre las categorías inferiores o los equipos depauperad­os.

Ángel Ganivet decía que cuando los de abajo se mueven caen los de arriba. Viendo ese Cádiz-Las Palmas me vino a la cabeza esa situación: como si esos futbolista­s entusiasta­s fueran, en un mundo de tanta estadístic­a exagerada, solitarios corredores de fondo. Da igual lo que hagan, no son de las noticias. Trabajar es tan cansado.

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