La Romareda celebra hoy su 60 cumpleaños
El estadio se inauguró el 8 de septiembre de 1957
La Romareda cumple hoy seis décadas. Se inauguró el domingo 8 de septiembre de 1957, una semana antes del inicio del campeonato de Liga en Primera División, con un amistoso de guante blanco y constantes alternativas entre el Real Zaragoza y el Osasuna, resuelto en el último minuto con un cabezazo de Wilson (4-3).
El nuevo estadio, que sustituía a Torrero ––construido en 1923––, se iba a inaugurar en principio el 1 de septiembre frente al Real Madrid bicampeón de Europa de Di Stéfano, Kopa, Rial y Gento, pero el club blanco, contrariado por la negativa del presidente Alierta a traspasarle en propiedad al defensa Torres, adujo primero que se había comprometido previamente con el Recreativo para jugar ese día en Huelva, y luego solicitó una cantidad por jugar el día 8, a lo que se negó el Real Zaragoza, llamando después al Osasuna.
El domingo día 8 de septiembre por la mañana, Casimiro Morcillo, arzobispo de Zaragoza, bendijo el nuevo campo tras una misa de campaña en el mismo terreno de juego a la que asistieron el delegado nacional de Educación Física y Deportes,
José Antonio Elola-Olaso, además del resto de autoridades civiles, militares y deportivas de la ciudad.
El discurso más recordado fue el del presidente del Real Zaragoza Cesáreo Alierta: “La Romareda es un regalo para la afición, y nunca agradecerá el aficionado que el Ayuntamiento presidido por Luis Gómez Laguna haya tenido una visión tan clara de la magnitud que representa el fútbol. Ahora nuestro anhelo es que el Zaragoza tenga auténtica solera en Primera División”. Gracias al nuevo estadio, que costó 126.300 euros, lo conseguiría casi de inmediato.
El partido dio comienzo a las cinco de la tarde, y hubo un lleno casi completo, con 32.000 espectadores ––sólo quedaron por vender algunas localidades de Tribuna–– y una recaudación en taquilla de 749.603 pesetas (unos 4.300 euros), destinada a beneficio de la Obra de los Suburbios de Zaragoza.
El extremo zaragocista Ramón Vila fue el autor del primer gol, al rematar una jugada de Murillo y Wilson en la portería del convento de Jerusalén.
El Madrid no vino al estreno al no venderle Alierta a Torres