AS (Valladolid)

La cantera del campeón

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Pedja, talismán. La tarde empezaba con buenas vibracione­s para un madridista de bien. En las ondas sin fronteras del Carrusel debutaba Mijatovic. El hombre que cambió nuestras vidas aquel 20 de mayo de 1998. Al menos, la mía. Su gol (¡legal!) a la Juve de

Zidane estrenó la era en color y desterró los fantasmas derrotista­s que durante 32 años habían dejado al Madrid sin su amor verdadero: la Copa

de Europa. Pedja, sabio, avisó en su estreno radiofónic­o: “Borja Mayoral ganó experienci­a fuera de España. El chaval tiene mucha calidad y puede hacerlo bien”. Y tanto, maestro. Abrió la lata con un gol de nueve puro. Y después rompió las tablas momentánea­s (1-1) con un jugadón pleno de picardía, potencia, calidad y visión de juego (acabó en propia puerta de Kevin, pero la jugada olía a gol desde su arranque en la medular). Mayoral es canterano, lo que ya le dignifica en esa Fábrica inagotable de talentos que antes estaba más allá de Plaza Castilla y ahora en Valdebebas. Zidane ya sabe que tiene un nueve puro dispuesto a darle competenci­a a Benzema cuando el francés regrese tras su lesión muscular. Anoeta era una plaza muy difícil. El Galgo de Parla sale muy reforzado de San Sebastián.

El día de Francia. El país vecino no fue protagonis­ta sólo por Zidane. También por los dos laterales zurdos de ambos equipos. Kevin Rodrigues fue un torbellino y dio la noche al renovado Carvajal. El carrilero de Bayona firmó el 1-1 con una gran volea y lanzó un chutazo al larguero de Keylor justo antes de la jugada ya relatada de Mayoral en el 1-2. Y enorme Theo.

El Marcelo de guardia mantuvo un duelo colosal con Odriozola y estuvo en todas partes. Theo es presente y futuro del Madrid.

El récord de Pelé. Para mí, el récord hay que celebrarlo el próximo miércoles ante el Betis.

En el Madrid no celebramos los récords igualados, sólo los propios. De momento, el Madrid de Zizou ha hecho historia por alcanzar el registro de aquel equipazo en el que Pelé era música celestial en forma de goles y más goles. Pero la justicia poética del fútbol me dice que el miércoles será Cristiano el que abra la lata ante el renovadísi­mo proyecto de Setién y deje el récord de 74 partidos seguidos sólo en el lado del club más legendario de todos los tiempos.

Grandeza. Esta semana leí que cuando menos te lo esperas, todo sale bien. Algo así sucedió en Anoeta. Una derrota ante la Real de Eusebio Sacristán dejaba al campeón de Liga a siete puntos del Barça. Una distancia peligrosís­ima pese a que esta Liga acaba de echar sus primeros dientes. Pero la palabra presión no existe para este grupo. Con Casemiro en su posición de ‘sheriff’, todo fue bien hilvanado y coherente. Modric, Isco, Asensio... y ¡Bale!

Ok Gareth. En Carrusel todos nos preguntába­mos dónde se metía Bale. El único que desafinaba en un Madrid comprometi­do y enchufado. Pero los cracks tienen estas cosas. Isco, genio, encontró su punto de fuga y el galés firmó su gol con denominaci­ón de origen. Carrera desatada, Kevin que no puede aguantarle la galopada enfurecida y definición sutil, con una picadita sólo al alcance de los elegidos. Bale me desespera a veces, no les miento, pero cuando hace estas cosas me pongo en pie a aplaudirle. Comparten mi sentimient­o los amigos de las peñas de Errenteria, Muchamiel, Torrevieja, Pilar de la Horadada, San Vicente del Raspeig y el Oliva de Benalúa. Y ahora, a dar caza el Barça. Esto se pone bonito.

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