AS (Valladolid)

Cerezo: “Y lo hemos hecho sin subvencion­es”

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cosas que ya son maravillos­as. Hay dos fundamenta­les: los asientos, el que haya un metro entre uno y otro... eso es impagable; y todos los alrededore­s, con miles de metros cuadrados para caminar, disfrutar de actividade­s, comer... Eso es algo que no hay en casi ningún estadio”, cuenta Cerezo. Y al decirlo disfruta, y al detallar todo lo que aún queda por hacer se incorpora sobre la mesa y habla de que el aficionado atlético debe “sentirse orgulloso”.

El almuerzo encara su recta final pero aún no hemos hablado de todo lo que es el Wanda Metropolit­ano. Porque no es sólo ese césped o ese mar rojiblanco en la grada (“la salida de los jugadores en el partido contra el Málaga, con todas esas banderas ondeando, fue impresiona­nte”, recuerda Relaño), ni el lavado de cara a La Peineta (“lo hace particular, es una seña de identidad”, señala Cerezo), estadio inaugurado en 1994 y al que ahora se ha metido de lleno en el Siglo XXI; porque el verdadero Wanda Metropolit­ano es el que está por llegar. Y ahí detalla las maravillas Gil Marín: “Nuestra gran ilusión es tener el campo de fútbol, 100 hectáreas alrededor para todo tipo de actividade­s, los 40.000 metros cuadrados de lo que es hoy el Centro Acuático, pero también contar con una zona para nuestra academia de fútbol que completarí­a las de Majadahond­a, Alcorcón, San Sebastián de los Reyes y Alcalá de Henares. Junto al estadio queremos disfrutar de 90.000 metros cuadrados con un campo para el equipo B y el Femenino; otros cuatro adicionale­s y seis para la academia y el uso compartido con vecinos del distrito, con tarifas públicas. Eso sería un auténtico lujo para la formación de 5.000 niños y 500 niñas”. Es decir, el paraíso con balón y porterías. Un anillo que el club pretende tener finalizado en 2019, para la final de la Champions. Por entonces, el Vicente Calderón será historia, las máquinas lo habrán derribado y la vida junto al Manzanares no circulará a golpe de gol. Nostalgia, esa es la palabra. “Nadie ha echado más horas que yo en ese estadio en los últimos 25 años. Cariño hacia el Calderón, todo el del mundo. Pero cuando ves el salto que hemos dado se te quita la nostalgia”.

Al fin y al cabo, no cuesta tanto variar la letra de una canción: cambien aquello de “yo me voy al Manzanares” por “yo me voy por Arcentales”, que incluso rima, y todo listo. Los goles ya llegarán solos. La afición y el equipo están para eso.

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