AS (Valladolid)

Carlos Moyá “Tenía expectativ­as altas y Nadal las ha superado”

- NACHO ALBARRÁN

Carlos Moyá (41 años) triunfó como tenista y ahora lo hace como entrenador del número uno del mundo, Rafa Nadal. En lo que va de año, han ganado juntos Roland Garros, el US Open y otros tres títulos. Pero el mallorquín le da “el mayor porcentaje del mérito” a su discípulo y amigo.

¿Cómo está yendo su primer año como entrenador de Rafa Nadal? —Está siendo muy positivo, si no lo es este año, pues ya me dirás. Con todo lo que está consiguien­do, los títulos, el número uno… Tenía altas expectativ­as con Rafa. Se están cumpliendo e incluso superando. Faltan los últimos cuatro o cinco torneos de la temporada, un último esfuerzo. —¿Cuáles son las principale­s aportacion­es que cree usted que ha hecho para su mejora como jugador? —Me preguntan por esto y me parece difícil responder, porque no me gusta valorar ese aspecto. Somos un equipo y yo soy una pieza en el engranaje en el que están Toni (Nadal), Francis (Roig), Maymó (fisio), Benito (Pérez Barbadillo, de prensa), Carlos Costa (mánager), el doctor Cotorro… Cada uno aporta su experienci­a y su opinión, y luego el jugador es el que toma las decisiones. No me gusta particular­izar el éxito en nadie. El mayor porcentaje de mérito, sin ninguna duda, es el de Rafa, que es el que tiene que estar todas esas horas en pista, el que tiene que cuidarse… En eso es en lo que creo. —¿Cómo ha sido compartir entrenamie­ntos con alguien tan especial como Toni Nadal, el forjador del carácter de su sobrino? —A pesar de conocerles desde hace mucho tiempo, convivir en el día a día hace que veas cosas nuevas y vayas aprendiend­o. Toni es el que mejor le conoce a nivel tenístico y cada hora que paso con él, con el resto del equipo y con Rafa, me enriquece. Para mí, como entrenador, ya es muy difícil poder aspirar a más de lo que estoy viviendo ahora. —Para los que no se lo hayan oído contar, ¿cómo fue la primera vez que vio a Nadal? —Fue en Alemania, en 1997. Él iba a jugar un torneo sub-12 en Stuttgart y yo estaba por allí compitiend­o. Pasaron a saludarme. —¿Y qué impresión le dio entonces?

—Era un chico muy tímido en ese momento, jugué 15 o 20 minutos con él el mismo día y ya vi que tenía algo distinto y especial. Aunque con 11 años tampoco podía saber en lo que iba a convertirs­e luego. —¿Cómo le definiría ahora que ya le conoce mucho mejor? —Como jugador se intenta superar día a día y está muy abierto a seguir mejorando, algo que no es muy común en alguien que, cómo él, ya lo ha ganado todo. A estas alturas de su carrera es un ejemplo en muchas cosas para muchos chavales que están empezando. Para otros no, porque es inalcanzab­le. —A él no le gusta mucho marcarse objetivos, al menos públicamen­te. ¿Pero usted que lo que ve casi a diario cree que puede superar los logros de Federer? —El éxito de Rafa es que piensa en el momento presente, en intentar ir mejorando y jugar bien para poder ganar más Grand Slams. De ahí a que llegue a los 19 de Roger, ya veremos. Las evaluacion­es finales habrá que hacerlas cuando ambos acaben sus carreras. Veo ganando más grandes a Rafa, lógicament­e, pero no sé si Federer sumará otros. Este año yo no pensaba que iba a ganar dos y mira. Es difícil hacer suposicion­es. Cuando se retiren ya se verá quién ha sido mejor. —Hace unos meses dijo usted que era complicado frenar a Nadal en los entrenamie­ntos, ¿lo han conseguido? —No es fácil. Con él tienes que adelantart­e un poco cuando quieres cambiar de ejercicio o quieres terminar. Hay que meterle presión. A veces no se da cuenta de que tiene

Aportación “Soy una pieza en el engranaje del equipo. El mérito es de Rafa” Experienci­a “Para mí, como entrenador, es muy difícil aspirar a más” Humildad “Nadal está abierto a mejorar aunque lo haya ganado todo”

que ir dosificand­o, porque estamos a unas alturas de su carrera donde no importan tanto las horas sino la calidad. Se va dando cuenta, pero no es fácil hacer que cambie el chip. Yo le insisto, eso sí. —A usted esa intensidad no le va a venir mal para la Senior Masters Cup… —Seguro que algo me quedará (se ríe). Juego mucho con él, pero disputar puntos de verdad es totalmente distinto. Al principio me va a costar coger ritmo de juego. Venimos a disfrutar y a hacer que el público se lo pase bien. —¿Hay planes de cara a la próxima temporada para que Nadal dosifique aún más su calendario? —Ya lo ha hecho este año y bastante. Quizás la Laver Cup ha sido el único evento no obligatori­o que podía no haber jugado. Pero tenía una obligación moral con Federer. El resto del año se ha planificad­o muy bien. Ha ganado muchos partidos porque ha llegado lejos en muchos torneos. Pero en cuanto a eventos, no podía jugar menos. —Cambiando de tema, ¿qué le ha parecido la no renovación de Conchita Martínez

como capitana de los equipos de Copa Davis y Federación? —Creo que hay nuevas ideas en la Federación Española y las capitanías van por ciclos. Cuando llegas nadie pide explicacio­nes y cuando te vas, tampoco. Conchita es una de las grandes y no sé cómo ha sido el proceso porque lo he vivido desde lejos. Es una gran chica y me llevo muy bien con ella, pero esto es así. ¿Las maneras? Creo que ninguna es buena a la hora de no contar con alguien. Si es tras una reunión, mal; si es con un comunicado, también; a la cara, más de lo mismo; si te enteras antes o después, lío... Nadie está contento nunca cuando le dicen que no sigue. Si no me equivoco fue una no renovación y creo que hay que aceptarla. Conchita va a ser una gran entrenador­a para quien sea. —¿Qué le parece Sergi Bruguera como sustituto?

—Por méritos y currículum llegaría avalado y lleva unos años conociendo mejor cómo es un jugador de ahora. Entrenó hasta hace poco a Richard Gasquet y le ha ido bien la experienci­a porque ha vuelto al circuito. No dudo de que pueda ser un gran capitán, pero será todo lo bueno que le permitan serlo los jugadores, en tanto en cuanto estén dispuestos a jugar. —¿Le parece que la Laver Cup podría ser una alternativ­a a la Davis? —No sé si es una alternativ­a, pero está claro que se vieron cosas que no se habían visto nunca antes. Los jugadores y el público lo agradecen porque experiment­an sensacione­s nuevas. Para mí ver jugar a Nadal y Federer juntos en el mismo lado de la pista, sin una red que les separaba sino que les unía, fue una de las imágenes más grandes de la historia del tenis. Esta competició­n nueva y joven puede romper reglas y traer novedades que en la Copa Davis parecen imposibles.

Laver Cup “Ver jugar juntos a Nadal y Federer fue historia del tenis”

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