AS (Valladolid)

Piqué y las trincheras que no dejan ver lo cerca que tenemos el Mundial

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

La prueba del compromiso.

Piqué siempre se ha movido cual funambulis­ta en el filo de la ambigüedad. El mismo que se ha significad­o a favor del referéndum ilegal, yendo a votar o politizand­o su discurso como nunca, también ha afirmado que, para él, es un orgullo jugar con la Selección. Ahora es el momento de dejar su ego y sus redes sociales a un lado y demostrar ese compromiso que dice tener con La Roja. No se trata de coartar su libertad de expresión, se trata de intentar salirse un poco del foco hasta que su equipo, que es el de casi todos, consiga el objetivo mundialist­a. Después, que siga modelando su personaje para ser presidente del Barça o para lo que pretenda ser.

Julen no mira para otro lado.

Puede que algunos no vean su mirada tras las gafas que le protegen del sol. Lopetegui no es de los entrenador­es que creen en la autogestió­n. Si tiene un problema, lo afronta e intenta atajarlo de cuajo. Ya se ha tenido que comer marrones de dimensione­s bíblicas entre la aún no resuelta movida de Villar y el gravísimo problema de Cataluña. Nada más llegar a la concentrac­ión de Las Rozas, cogió el toro por los cuernos y marcó un camino a todo el grupo, Piqué incluido. Ahora, el que se salga de él sí tendrá que atenerse a las consecuenc­ias. Lo que no podemos pedir a un entrenador es que sea un político. Si hablamos de fútbol, España es mejor con Piqué. Así ha sido en la última década.

El vídeo de Argentina.

Peligra el Mundial para la Argentina de Messi y, desde la propia AFA o las television­es del país se suceden los vídeos inspiracio­nales con vistas al decisivo partido frente a Perú. La Selección española se juega su pasaporte para ese mismo Mundial en Alicante, pero sólo somos capaces de detenernos en lo que nos separa. Algunos prefieren elegir trinchera, la de Piqué, la imaginaria de Ramos o la que sea, en lugar de mirar al frente y ver lo cerca que tenemos el objetivo. Como si llegar a un Mundial fuera fácil.

La crispación y la pitada.

Ni siquiera la adhesión de sus compañeros ni del selecciona­dor va a evitar el ambiente hostil en el Rico Pérez contra Piqué. El comodín de los madridista­s ya está gastado. Todo el terreno ganado en el partido ante Italia en el Bernabéu se ha deshecho. Entre pitada y pitada, esperemos celebrar algún gol. El fútbol debería ser otra cosa, pero España no está para fiestas.

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