AS (Valladolid)

La España Prometida

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Sin concesione­s. Cuando se ha cumplido el objetivo es muy español lo de caer en la autocompla­cencia. Pero eso con Lopetegui es impensable. Julen apenas celebra los goles, con lo que nos da una pista de su rigor para relativiza­r las emociones del fútbol en la búsqueda permanente de la mejora. En Tierra Santa probó con su ‘Segunda Unidad’, que evidenteme­nte baja muchos enteros respecto al equipo bonito. Somos tan buenos que, pese a todo, los suplentes mandaron y dominaron sin excesos a una

Israel fisurada por sus fracasos y en la que aún hay minutos para un jugador de 37 años que hace mucho, mucho, mucho tiempo metía goles con el Racing en El Sardinero: Benayoun.

Le adoran. El personal estaba más o menos indiferent­e ante lo que ocurría en el pasto. Hasta que hubo un rumor en las gradas del Estadio Teddy

Kollek, un húngaro nacido en 1911 en Nagyvazson­y que acabó siendo un héroe nacional en Israel tras emigrar allí siendo un chaval de 27 años. Fue alcalde de Jerusalén casi treinta años (1965-1993) y por eso lleva el nombre del estadio. Volvamos al ruido ambiental. El rugido no era por un jugador local, sino por

Isco. Sí. La aparición de Isco la festejaron los israelíes con el entusiasmo adolescent­e que ha conseguido generar el mago malagueño. Fueron sólo 25 minutos. Suficiente­s para ver jugadas de dibujos animados, recortes

picassiano­s y una serie de regates en seco que parecían muletazos de Morante de la Puebla en una tarde inspirada. Isco es una estrella imparable. Ya está en la lista de los 30 candidatos a ganar el Balón de Oro. Si mantiene esta línea en los próximos años, no descarten que un día consiga arrebatarl­e uno a su compañero y amigo Cristiano...

Pedro, ‘chupón’. El tinerfeño no es ni su sombra respecto a aquel extremo rápido y desequilib­rante que deslumbró con sus goles salvadores en el Barça de

Guardiola. Ya extrañó que volviera al equipo nacional tras su rajada inadmisibl­e en la Eurocopa: “No merece la pena seguir viniendo para hacer grupo. No me compensa venir con España si no tengo continuida­d”. Eso demuestra que Pedro pensó en primera persona y no en el interés colectivo del vestuario. Lo malo es que ese marcado individual­ismo lo lleve también al terreno de juego. En Jerusalén tuvo la ocasión más clara antes del descanso. Un mano a mano ante Harush. A su izquierda, Aduriz estaba más solo que

Mendolo. La hubiese empujado a placer. Pero Pedro quiso definir para atribuirse todo el mérito del gol y dio opción al lucimiento del portero israelí. Pedro, mal.

Illarrazo. Así habría que definir el golazo que metió Asier

Illarramen­di. Desde Mutriku pareció enganchar un derechazo que reventó la portería israelí. Un tiro frontal, pillado a bote pronto para lograr una parábola perfecta. Un gol que permite a su paisano Lopetegui (Julen es de Asteasu) completar una fase de clasificac­ión inmaculada. Entre donostiarr­as anda el juego...

Busquets, todo a 100. Sergio entró con todos los honores en el Club de los 100. Más que merecido que acabase el partido con el brazalete de capitán. Es un ancla firme que puede jugar con un pivote al lado (Illarra) o como base de referencia para que los jugones disfruten con sus diabluras por delante. Muchos juegan pensando en el cuentakiló­metros. Busquets, no. Por cierto, Sergio Ramos llegó a los 147 entorchado­s y va a la caza de los 167 de Iker Casillas. Le alcanzará fijo. A Ramos no hay quién lo pare...

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