AS (Valladolid)

La Sala de Juntas del Barça se apunta a la moda del Room Escape

- SANTI GIMÉNEZ @acaradeper­ro

Para situarnos. En los últimos 12 años la Sala de Juntas del Barça se ha convertido en el tablero del Cluedo. Famoso juego de mesa en el que se iban descartand­o culpables de un asesinato a base de pistas (La Señora Amapola con el candelabro en la biblioteca, el Coronel Mostaza en la cocina con el veneno etc...) Ahora, el juego se ha modernizad­o y se llama Room Escape (habitación de escape) Se trata de encerrarse en una habitación con unos amigos y buscar pistas para salir de ella a base de indicios en un tiempo determinad­o. La Sala de Juntas del Barça es la Room Escape por excelencia. Desde el 2005, 19 directivos (algunos por duplicado) han encontrado la clave para poner pies en polvorosa y decir “si te he visto no me acuerdo” y dejar libre la silla en una de las mesas más deseadas y con más poder de Cataluña y España. La pregunta es clara: ¿Por qué tanta gente preparada huye de la dirección del Barça? Tremendo misterio.

Cifras. Ser directivo del Barcelona era un puesto más que codiciado, pero desde 2005, 19 personas han decidido declinar ese honor y dimitir a medio mandato. A saber: Jordi Monés (2 veces, en 2005 y 2017), Sandro Rosell (2 veces, 2005 y 2014); Bartomeu, Moix, Faus y Echevarría (2005); Vicens, Soriano, Ingla, Cambra, Rovira, Vives-Fierro, Murtra y Vilaseca jr (2008); Franquesa (2009), Coll y Guinovart (2014), Monje (2016) y Vilarrubí (además del citado Monés, hace una semana). Una Room Escape.

Decisión propia.

Y todos ellos, presentaro­n la dimisión, pues no pueden ser cesados. Se comprende que las circunstan­cias personales, la dedicación e incluso el esfuerzo económico puedan desanimar, pero no hay un caso similar al del Barça. 19 directivos que renuncian a un puesto por el que en su día se jugaron el patrimonio y el anonimato no parece normal. Algo pasa en esa sala de juntas para que tras tanto esfuerzo por llegar haya tanta prisa por irse.

El modelo.

Está el Barcelona a diez días de su asamblea de compromisa­rios. Esa reunión que un buen día un presidente irresponsa­ble condujo en contra de los antiguos gestores de la entidad enarboland­o una Acción Social de Responsabi­lidad que aumentó una fractura que desanimó a cualquiera que aspire a sentarse en una mesa que era sinónimo de poder. A día de hoy, ser directivo del Barça es un juego. Comprar un billete para tocar la gloria y luego salir corriendo. Un Room Escape.

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