AS (Valladolid)

Edú Manga “Me faltó jugar en un grande o un Mundial”

- IGNACIO BAILADOR

Siempre en boca de todos los blanquivio­letas al hablar de uno de los mejores medioscent­ros que han pasado por el José Zorrilla, el brasileño hace tiempo que se retiró, ahora sólo juega los domingos, y habla de los motivos por los que salió del Pucela, de su vida actual y sus creencias.

¿Cómo se encuentra después de tantos años? —Muy bien, gracias a Dios.

—Hacía mucho tiempo que no sabíamos nada de usted, hace casi 20 años que abandonó el Real Valladolid (jugó la 199697 y la mitad de la 1997-98), ¿qué ha hecho en ese tiempo? —Salí de Valladolid, todavía pasé por varios equipos como Universida­d Católica de Chile, volví a España al Logroñés, cuatro meses, y después acabé en Brasil: Sport Recifé, Náutico y Figueirens­e. —¿No quiso seguir su carrera ligada al fútbol como entrenador? —No me dieron la oportunida­d. Entonces con mi hermano, con mi familia, abrí una cancha de fútbol sala y ahí trabajamos con niños de siete a 18 años en la ciudad en la que vivo Itu, en Sao Paolo. Además, los domingos nos juntamos exfutbolis­tas para disputar partidos de confratern­ización. Ahí nos juntamos exjugadore­s de Corinthian­s, Palmeiras, Sao Paolo, algunos exinternac­ionales con la selección brasileña que coincidier­on en la misma conmigo. Nos juntamos, jugamos un partido y hacemos un churrasco. —Usted jugó en Corinthian­s, en Palmeiras, disputó una copa América con Brasil, y después jugó en muchos países más… se puede decir que aprovechó bien sus años de futbolista, ¿no? —La verdad es que sí, pero yo creo que en mi currículum me faltó jugar en un Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid o disputar una Copa del Mundo. Yo pienso que la primera temporada que hice en Valladolid fue muy buena (jugó 37 partidos), creo que estuve al nivel de los grandes jugadores de Europa, pero no hubo interés de mi empresario, ni del club y no pude redondear mi carrera así. —No sé si usted sabe que todavía dos décadas después los aficionado­s del Real Valladolid se acuerdan de usted por, sobre todo, la primera temporada. ¿Qué recuerdos tiene usted del Real Valladolid? —Los dos años que pasé en Valladolid, en especial el primero, fueron magníficos porque nos juntamos con cinco jugadores del Real Madrid B, con cinco extranjero­s, que nuestro primer objetivo era no bajar y nosotros hicimos una grandísima temporada, logramos el objetivo de mantenerno­s y después conseguimo­s el segundo objetivo que era clasificar­nos para la Copa de la UEFA. Muchos de ellos tuvieron propuestas para salir como Benjamín, Lozano, Peña y Víctor… Para mí fue una de las mejores etapas de mi vida. —¿Qué pasó? ¿Por qué se fue a mitad de su segunda temporada del Valladolid? —Se juntaron varias cosas. La salida de Cantatore, el fallecimie­nto del presidente (Marcos Fernández) ya que él me había prometido en el inicio de la primera temporada que si hacía una buena temporada, si lográbamos el primer objetivo, que era la salvación, él me mejoraría el contrato, pero eso no pasó. Después él falleció y los hijos (los Fernández Fermoselle) sólo me dieron un bonus, pero no era lo que habíamos acordado. Entonces me enfadé y pedí que me dejaran salir. —¿Se arrepiente de haber salido así?

—Me arrepiento porque me quedé cinco o seis meses más sin equipo. Entrenando y esperando que algún equipo se interesara por mí con una buena propuesta. Me arrepiento porque yo perdí la segunda temporada y la oportunida­d de hacer una renovación o de tener otras ofertas de equipos grandes, lo cual es, desde siempre, el sueño de cualquier jugador sudamerica­no. —¿Usted ha vuelto a Valladolid desde que se retiró?

—No, en España jugué cuatro meses en el Logroñés, pero el equipo no estaba pagando y me tuve que ir. La verdad es que no volví y es una pena porque tengo mucho cariño por el equipo, por la ciudad, por la gente. Estoy pendiente por internet de cómo va el Real Valladolid. —Cambiando de tercio, usted insiste en querer hablar de lo que llama las revelacion­es... —No son revelacion­es, son afirmacion­es. Yo no habló. Sólo tienen que ver las fotos de las revelacion­es, son obras divinas que le mandé. Yo, desde los seis años de edad, imaginaba en el cielo una obra divina en el formato de un rectángulo de energía solar. Yo usaba mis ojos y sentía la energía del cielo dentro de mí. 28 años después de hacerlo muchas veces en la calle, en la playa, en el estadio, pasó. Yo estaba en Maracaná, en mi último partido como jugador profesiona­l, en el campeonato brasileño de 2002. Yo jugaba en el Figueirens­e frente al Fluminense, perdimos 4-3. El balón estaba corriendo cuando mire para arriba, para el cielo, yo vi la obra por primera vez. Luego, en 2004 yo estaba en la tribuna viendo un partido de tercera división y minutos antes de acabar el partido, miré al cielo y la obra apareció ahí. He tenido muchas más señales divinas en el formato de una pared de vidrio blindado. Entonces se me apareció nuestra señora Aparecida, patrona de Brasil, que sólo no es invisible para su hijo. Edú Manga es hijo de la madre del mar. Fue en el litoral sur de Sao Paolo, en Praia Grande. Él es mi hijo. La obra divina, en el formato de una pared de vidrio blindado en el litoral sur de Sao Paolo es mía. —¿Está usted seguro de que quiere que publique toda la anterior respuesta? —Sí, por favor, Ignacio. Publícalo. La obra divina es mía. Él es mi hijo.

Revelación La Virgen del mar sólo no es invisible para su hijo. La obra divina es mía”

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