AS (Valladolid)

Karembeu “El Barça ponía más, pero di mi palabra al Madrid”

- JUAN JIMÉNEZ

Christian Karembeu (3-12-70, Lifou, Nueva Caledonia) es consejero de Evangelos Marinakis, presidente del Olympiacos. En esta entrevista habla del próximo duelo ante el Barça, recuerda cuando los dos grandes se disputaron su fichaje y repasa la actualidad futbolísti­ca.

Ya que juegan contra el Barça y que han pasado 20 años de aquella guerra Barça-Madrid por su fichaje, podrá contar algo más. La historia ya ha prescrito… —-Jaja. Guau. Fue algo caótico. Yo era jugador de la Sampdoria y me fui a la Eurocopa de Inglaterra. Un día recibí una llamada de alguien que me dijo: “¿Te gustaría jugar en el Madrid?”. Me estaba hablando en español. —¿Quién era?

—El señor Onieva (entonces vicepresid­ente del Madrid) se puso al teléfono y me dijo: “Acaba de hablar usted con el señor Lorenzo Sanz”. Con Onieva hablaba en francés. Pero cuando se había puesto el señor Sanz al teléfono no sabía si era verdad o era una broma. Cuando comprobé que era verdad, dije: “¿Es usted el señor Sanz?. Si usted quiere que fiche por el Real Madrid, voy a fichar por el Madrid”. Me dijeron que tendría que firmar algo y le dije: “No. Tiene mi palabra. Yo iré al Madrid”. —¿Y qué pasó?

—Ahí empezó algo..., no sé. Algo que no podía controlar. Veía mi nombre todos los días en todos los periódicos. Entonces llamé al señor Mantovani, presidente del Sampdoria, y le dije que por favor se viera con Lorenzo Sanz. —¿Y qué pasó?

—Volví a Génova y había millones de periodista­s allí. “¿Todo esto es para mí?”, pensaba. Sólo tenía la llamada del Madrid para entonces, pero un periodista me preguntó: “¿Vas a venir a Barcelona? Me sorprendí. ¿A Barcelona?”. Pienso que Enrico Mantovani me quería vender al Barcelona. Le expuse la situación, yo quería ir al Madrid, pero tengo que admitir que después de eso el señor Mantovani forzó una reunión con los dirigentes del Barça. Fui. Lo hice encantado, pero con todo el respeto del mundo le dije al Barça: “Le he dado mi palabra al señor Sanz”. —¿Recuerda con quién se vio del Barcelona?

—Por supuesto, Con Antoni Pagés y Joan Gaspart. —¿Le superó aquello?

—Allí empecé a tener la conciencia de que los futbolista­s somos mercancía. Y me dije: “Tengo que tener cuidado y no puedo salirme de la línea de los valores de mi pueblo”.

Llegaron muchas veces del Barça y me ofrecieron mucho dinero. Les dije que no quería ir. —Lo pasó mal…

—La Sampdoria no me quería dejar jugar. Perdí seis meses de trabajo, con el riesgo de que podía perderme el Mundial de Francia. No me dejaron ni entrenarme con el primer equipo, tenía que entrenarme solo. Ahí me ayudaron mucho las cartas que recibí de los madridista­s. ¡Aún había cartas! Para mí fue una historia inolvidabl­e. —¿Y cómo recuerda la luz verde definitiva a su fichaje?

—Fue mágico. Cuando escuché la voz del señor Sanz, algo se iluminó en mi mente. El Barça estuvo dos o tres veces más en casa de Mantovani para ofrecerme más y más dinero. Yo les dije: “No es el dinero lo que quiero”. —Vivió tres años maravillos­os… Lo ganaron todo

—Siento que estaba predestina­do a eso. Raúl, Morientes, Hierro, Mijatovic, Panucci, Illgner... Éramos un gran equipo —Se habló del Madrid de las vedettes pero eran años muy buenos de relación entre ustedes en el vestuario. —Teníamos talentos, a veces con ego. Pero mucho respeto. Éramos ganadores y activamos de nuevo el madridismo. Después de Di Stéfano y Puskas, habíamos tenido en el Madrid sólo la Quinta del Buitre. La llegada de Capello fue clave. Cambió la mentalidad. Él hizo los fichajes. Luego Heynckes dio otro empujón. Con Jupp todo fue agradable porque él quería que fuéramos felices. Compartimo­s cenas, fiestas. Cuando ganábamos un partido, necesitába­mos estar juntos y crear un espíritu de ganador. —¿Todavía le recuerdan los madridista­s los goles que marcó a Leverkusen y Dortmund? —Sí, muchos. ¡Barcelonis­tas también! (risas) Aún me reconocen. Por mi pelo, seguro. —¿Cuántas veces ha visto su famoso punterazo al Bayer Leverkusen? —No lo he visto nunca. ¿Había vídeo entonces? (risas).

—Luego ganó el Mundial. Se recuerda aquella selección por su fútbol pero también por conflictos, incluso raciales. —Cuando hablamos de Francia o de un país que fue imperio colonial, hay ciudadanos de todo tipo de cultura y

Benzema “Debería estar en Rusia, la justicia no es transparen­te” Olympiacos “Vine a colaborar y devolver al fútbol lo que me dio”

diversidad. Ese es el valor del deporte. La inclusión y la integració­n. En Francia sabemos que hay nacionalis­mo, como en muchos sitios, pero había que educar a la gente y demostrarl­e que éramos franceses y seres humanos. —Habla de igualdad.

—Lo que hay que entender es que cuando una persona llega desde fuera, viene para trabajar. No se le puede marginar de la actividad económica, social y política de un país. Hubo un jefe de un partido (Le Pen) que declaró que éramos africanos, negros. Él ni sabía que yo era de una isla francesa. —En esa polémica y ganadora selección de 1998 coincide con Zidane. ¿Creía que iba a ser entrenador? Muchos decían que lo veían demasiado introverti­do para eso… —¡Sí! Él ya decía que quería ser entrenador. No sé cómo lo ven ustedes desde fuera pero Zidane hace bromas, ríe siempre y, qué puedo decir, en el trabajo es meticuloso. Él fue a estudiar a Limoges y luego con el Madrid ha estado en todos los departamen­tos. Eso no ha pasado por arte de magia, él

había ganador. hecho Con el Zizou camino. no se Y es puede un a perder, la gente no a lo ser soporta. mejor. Inspira —¿Qué opinión tiene de lo que está pasando con Benzema en Francia? —Es uno de los mejores atacantes del mundo. Sé que Deschamps le cerró la puerta. No conocemos toda la historia. La justicia francesa no es transparen­te. Si mañana es transparen­te, está en la selección. —¿Cree que puede haber algo de prejuicio racial?

—No. En esa plantilla hay de todo. No quiero pensar eso.

—¿Le gustaría verlo en Rusia?

—Sí. Necesitamo­s victorias.

—¿Qué opinión tiene de Mbappé?

—Las redes sociales han creado ya una estrella con él. Podría haber ido a cualquier equipo, pero quiso jugar en la liga que conoce. —¿Qué hace en Olympiacos?

—Fui jugador allí. Gané dos Ligas y hace cinco años, el presidente Evangelos Marinakis, me llamó diciéndome si quería trabajar con él. Vine a crear una academia y a devolver al fútbol lo que me dio.

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