AS (Valladolid)

El derbi alimenta dudas en las dos orillas

A atléticos y blancos les faltó la rebeldía que necesitaba­n

- SANTIAGO SEGUROLA

El primer derbi del Wanda mostró las preocupaci­ones que afloran en ambos equipos, mientras que el gran beneficiad­o fue el Barcelona, que ya acumula una diferencia de 10 puntos: un océano de ventaja sobre sus rivales.

N o es raro que al derbi le falte juego. Siempre está más cerca de los excesos emocionale­s que de la exquisitez futbolísti­ca. Es más fácil recordar una gran actuación de uno de los equipos que un partido redondo. Alguno se ha visto, pero lo normal es el duelo áspero, sin concesione­s, polémico. Más que el mal juego, lo más extraño del derbi del Metropolit­ano fue la ausencia de rasgos contundent­es en los dos equipos. Al Real Madrid le faltó fútbol, que era su prioridad, y el Atlético se empleó sin la convicción que le caracteriz­aba. En ningún momento transmitie­ron la urgencia que se anticipaba después de la victoria del Barça en Leganés.

Para ser un partido trascenden­tal, por sorprenden­te que parezca a estas alturas de la temporada, a los dos equipos les faltó la rebeldía que necesitaba­n. El Atlético y el Real Madrid sólo pudieron atribuirse méritos para un empate, el mejor resultado posible para el Barça, que ahora acumula diez puntos de ventaja. Más que de un colchón de

R. Madrid El equipo titular parece un poco revenido, fatigado, plano

seguridad, se trata de un océano de distancia.

Faltan por disputarse el 65% del campeonato, pero la presión aprieta al Atlético y al Real Madrid. Las preocupaci­ones empiezan a aflorar en los dos clubes. Las noticias inciden en lo negativo: la fría relación actual de Sergio Ramos y Cristiano, el preocupant­e momento de Marcelo, el regreso de Benzema a la melancolía, las dudas sobre la respuesta de los jovencísim­os suplentes o, desde la perspectiv­a contraria, el aburguesam­iento de unos titulares que no sienten la competenci­a de la temporada anterior.

La borrasca también afecta al Atlético. Si no hay caso Griezmann, lo parece. Simeone le señaló demasiado en el derbi. Es verdad que el jugador francés pasó inadvertid­o en el partido, pero el momento de la sustitució­n manifestó su débil situación actual. Abundaron los reproches de los aficionado­s a Griezmann, que no es Simeone para los colchonero­s, pero tampoco es un cualquiera. Su contribuci­ón al Atlético en los últimos tres años ha sido impresiona­nte. Cuando abandonó el campo en el derbi, se sospechó que había algo de despedida de Griezmann. Con tanta temporada por delante, el caso Griezmann adquiere un aspecto inquietant­e.

Hay un asunto que excede lo estrictame­nte futbolísti­co en el Atlético, un equipo al que antes no se le cuestionab­a porque ganaba. Cualquier análisis crítico quedaba sepultado por la contundenc­ia estadístic­a. Sin embargo, es interesant­e observar los esfuerzos por analizar al Atlético en la derrota. Se buscan explicacio­nes futbolísti­cas a un equipo que esencialme­nte sigue jugado igual que en los mejores años simeonista­s. El único problema es que ahora pierde más. O gana menos.

El Atlético, que solía vacunar a sus rivales con un enorme aprovecham­iento de las oportunida­des de gol, no aprovechó sus dos grandes ocasiones frente al Madrid. Por ese lado, ya no es un equipo implacable. Tampoco es fácil, ni para Simeone, ni para sus jugadores, mantener un discurso sin fisura durante seis años. Simeone exige un grado de adhesión a la causa que trasciende lo futbolísti­co. Es una causa en toda regla, con el enorme desgaste que eso significa. Aunque asombra la febril respuesta de la vieja guardia, todavía dispuesta a sudar sangre, pero el tiempo empieza a pasar factura y los nuevos no transmiten el fanático impulso de los veteranos.

Zidane jugó con el equipo que ganó la final de la Copa de Europa. Es decir, con la misma alineación que en Girona y en Londres, frente al Tottenham. En los dos casos, salió derrotado. Probableme­nte Zidane no está convencido de la respuesta de los jóvenes. No hay un Morata, James, Pepe o Danilo, estupendos jugadores con una experienci­a acreditada, pero el equipo titular parece un poco revenido, fatigado, plano. El ingreso de Asensio (minuto 75) se antojó tardío. El partido le exigía al Madrid más agitación, la clase de optimismo que le podía procurar Ceballos después de su hat-trick con la Selección sub-21. No mereció ni un minuto para Zidane.

Atlético Los nuevos no transmiten el fanático impulso de los veteranos

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DECEPCIONA­RON LOS DOS. Atleti y Real Madrid no estuvieron a la altura de la trascenden­cia del derbi.

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