Liverpool, This is Sevilla
Los de Berizzo están en octavos si ganan a los reds
El
Sevilla sufre un estresante pressing rojo en el grupo E. Segundo, está en medio del sándwich entre Liverpool, líder y Spartak, inquietante outsider. Un triunfo esta noche ante los de Klopp lo clasificaría para octavos. Sevilla-Liverpool es un cartel grande de Champions. El partido de los himnos, convertido ya en un clásico desde la preciosa final de Basilea en 2016, cuando el corazón del Sevilla latió más que nunca para levantar su quinta Europa League. El Liverpool es la leyenda. Cinco veces campeón de Europa, iguala en el palmarés a Bayern y Barça y sólo tiene por delante a Milán (7) y Madrid (12). Le acompaña toda una liturgia y, normalmente, una colección de jugadores fantásticos. Philippe Coutinho, en permanente flirteo con el Barcelona, y Mané, están en la lista de 30 nominados para el Balón de Oro. Además, Klopp tiene a sus órdenes a uno de los jugadores más en forma de la Premier. Salah es máximo goleador (9) de la competición por delante de reputados finalizadores: Morata, Lukaku, Kane, Agüero y Gabriel Jesús llevan ocho. Berizzo ha advertido: “Habrá que saber jugar el partido”. Está cargado de razón. Con el empate, el Sevilla dependería de sí mismo en la última jornada, cuando visita al Maribor. Para pasar a lo grande, el argentino sopesa devolver a la titularidad a Mercado y Correa, que vuelven de lesiones. También a Navas, aunque la pujanza de Sarabia y la mejora de Nolito le crean dudas. No está redondo el Sevilla, que tiene que terminar de soldar su armazón. El Liverpool, mientras, tiene dinamita. Salah, el héroe egipcio que ha devuelto a su país al Mundial 28 años después, es una bala. Henderson, Emre Can, Wijnaldum, Lallana y Coutinho producen fútbol. El partido tendrá el picante emotivo del regreso de Alberto Moreno, que jugó 62 partidos con el Sevilla. Olvidado por Klopp y con las maletas hechas este verano, ha resucitado y es indiscutible en los reds. Es un partido tremendo. Dale, Sevilla.
Peligros Salah y Coutinho, las balas en la recámara de Jürgen Klopp