Los minutos pasan y se desangra
Es insistir en lo mismo, pero es necesario. Volver a encajar en los primeros minutos del partido condenó al Valladolid en el Carranza. No sé si pecaré de anticuado, o si el fútbol moderno va por otros derroteros, pero uno recuerda tiempos no tan lejanos en los que los equipos salían lejos de su estadio con la idea de no encajar y traerse como mínimo el empate; no digo a encerrarse, porque ese fútbol es rácano y ya no se lleva, pero en la actual situación del grupo comandado por Luis César, sería recomendable amarrar un poco más y no caer en lo que ocurrió en Cádiz, Gijón, Almería... etc. Cualquier consideración o planteamiento que quiera hacer el técnico se deshace como hielo en agua caliente por que el rival juega en función de ese gol que consigue prácticamente sin esfuerzo y lo maneja sin excesivos problemas.
Para colmo de males, el Pucela no parece tener muchos recursos para remontar, de hecho no ha conseguido aún una remontada completa y eso que ha estado por detrás en 10 partidos. Lo más que ha conseguido son empates, alguno de ellos como el de Gijón, ocultaron los males o los aplazaron una semana más. Da la sensación de que vuelve a faltar mala leche tras encajar y tener 80 minutos por delante. Pensar que en Cádiz hubo oportunidades es engañarse, salvo el disparo final de
Hervías que despejó milagrosamente Cifuentes; los minutos fueron pasando y el partido se desangró sin remedio. Es básico, y no soy el primero que lo dice ni la primera vez que lo digo, dejar de encajar con tanta facilidad, y si ocurre, tener mecanismos y, sobre todo, rabia para irse a por el contrario, y eso sigue faltando.