AS (Valladolid)

Nadie quiere ser el nuevo Isco

El partido ante el Fuenlabrad­a, lejos de mejorar el estado de ánimo de la hinchada, invitó a la preocupaci­ón

- SANTIAGO SEGUROLA

El Madrid tiene un problema: los titulares se sienten demasiado titulares, algo que no ocurría en la temporada anterior. Nadie se tomó el partido copero como una oportunida­d para reclamar la atención de Zidane.

Los suplentes decepciona­ron frente al Fuenlabrad­a, un equipo que habla bien del fútbol español. Cualquiera que sea la categoría, los equipos suelen tener ideas y buen gusto. Jugó en el Bernabéu con empaque y tuvo al Real

Madrid en el alero durante una hora. Hasta el gol de Milla, se impuso el orden del Fuenlabrad­a. Después estuvo tan cerca del 0-2 que en el Bernabéu comenzó el nervioso murmullo que precede a la irritación de la hinchada. Al cabezazo de Cata

Díaz al larguero le sucedió el ingreso de Gareth Bale, que jugó como un adulto entre juveniles. Marcó la diferencia.

La noche preocupó a la afición madridista. Con razón. Salió disgustada del partido con el Málaga, resuelto con más goles que ideas. El Madrid tiene un problema: los titulares se sienten demasiado titulares, algo que no ocurría en la temporada anterior. Lo dijo Cristiano

Ronaldo no hace mucho, cuando se refirió a la experienci­a y clase de gente como James,

Morata, Pepe y Danilo. No volverán, así que la nostalgia no merece la pena. Por esa razón tenía mucho interés el desempeño del equipo B contra el Fuenlabrad­a. Lejos de mejorar el estado de ánimo de la hinchada, el partido invitó a la preocupaci­ón.

Si una parte de la plantilla se siente demasiado titular, la otra se asume como demasiado suplente. Se ha abierto una brecha que quizá no existía hace dos meses, cuando

Ceballos fue titular en Vitoria y marcó los dos goles de la victoria. Lo mismo sucedía con Mayoral (titular y autor de un gol en Anoeta), Theo Hernández y Marcos Llorente. Todos han perdido protagonis­mo en las últimas semanas. Se ha desvanecid­o su presencia en el equipo y parecen desanimado­s, al menos por lo que se vio en el encuentro con el Fuenlabrad­a.

La enorme superiorid­ad de Bale dice mucho de la mediocre actuación de los jóvenes. El galés estuvo a la altura de su prestigio. Los aspirantes a titulares, no. Ninguno presentó su candidatur­a, un contratiem­po para ellos y para Zidane, que no encontró muchas razones para confiar en los suplentes. Es una mala noticia porque el Madrid necesita agitación y más energía.

Nadie se rebeló, ni Ceballos, aclamado hace dos semanas después de su partidazo con la Selección Sub-21, ni Theo, ni Llorente. Aunque apenas intervino en el juego, Mayoral tuvo la virtud de aparecer donde correspond­e a un delantero centro: en el remate y en los dos goles. Marcos Llorente definió la actuación general.

Se esforzó, corrió, pero fue tan políticame­nte correcto en sus intervenci­ones que resultó intrascend­ente.

Llorente está ahí para apretar a

Casemiro, que corre el riesgo de quemarse por su tremendo despliegue y porque juega casi todos los minutos. No tiene un sustituto de garantías. Ese papel le correspond­ería a Llorente, pero no sale de lo básico. Es cierto que su posición ---medio centro--- exige las máximas garantías de seguridad, pero no ha habido un gran medio centro español, desde Guardiola a Busquets pasando por

Xabi Alonso, que no haya destacado por el atrevimien­to, la calidad en el pase y una hirviente personalid­ad.

No se puede prosperar en el Real Madrid con tantos pases de seguridad, sin romper líneas y sin preocupar al rival. Es lo que hizo Llorente con una actuación que resumió la de sus compañeros. Nadie se tomó el partido como una oportunida­d para reclamar la atención de Zidane y del público. No hace tanto, dos jugadores (Isco y

Asensio) recorriero­n gran parte de la temporada anterior como suplentes. A Isco se le daba por amortizado en el Madrid. Antes de las semifinale­s, apenas había jugado 20 minutos en la Liga de Campeones, pero convirtió cada una de sus aparicione­s en un desafío. Era un suplente que se mataba por ser titular. Lo consiguió. Ahora mismo, parece que nadie está dispuesto a ser un nuevo Isco.

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