AS (Valladolid)

Una goleada de Oro

- DESDE LA GRADA TOMÁS RONCERO

La magia de los números. Tarde redonda para el Madrid de Zidane... y de Cristiano. En la semana dorada de los cinco Balones de Oro, el equipo le hizo un homenaje a la megaestrel­la portuguesa poniendo su firma a cinco goles, que encima permitiero­n al equipo irse a dormir a cinco puntos del Barça...

Ya no parece todo tan negro. Es lo bonito del fútbol. De un día para otro sale el anticiclón y se alejan los nubarrones que amenazaban tormenta. Encima, ante un rival de tronío. El Sevilla es equipo de Champions, que nadie lo olvide. Y no se llevó un saco mayor porque instintiva­mente los de ZZ levantaron el pie del acelerador tras el descanso pensando en el

Mundial de Clubes. Hoy viajarán rumbo a Abu Dhabi con la ilusión dibujada en sus rostros. Si ganamos el tercer Mundialito casi consecutiv­o, tras los de 2014 y 2016, y derrotamos al Barça en el Clásico del día 23, todos somos consciente­s de que nos iríamos al break de los turrones con el pánico instalado al otro lado del Puente Aéreo.

Buen presagio. Antes del partido tuve la fortuna de encontrarm­e con Pepe Santamaría, uno de los grandes de la historia del club. El káiser uruguayo levantó cuatro Copas

de Europa (1958, 1959, 1960 y 1966) y la gloriosa Interconti­nental ante sus paisanos del Peñarol (1960). Pese a sus 88 años le vi rejuveneci­do, feliz, con un ánimo desbordant­e. Me transmitió una positivida­d que considero premonitor­ia para lo que luego ocurrió: “Roncero, yo jugué muchas veces con bajas importante­s y pese a eso logramos grandes goleadas. La grandeza del Madrid está ahí. Hoy podemos ganar al Sevilla si los chavales son ambiciosos”. Vaya si los fueron, maestro. Achraf, un Kaltz del siglo XXI con golazo incluido, Vallejo reivindicá­ndose pese a que inicialmen­te no contaban con él para la cita de Abu Dhabi, Nacho ejerciendo de

Sergio Ramos con una exhibición portentosa en el corte y la salida de balón desde atrás (¡y encima abriendo la lata de la goleada!), y Lucas Vázquez y Asensio apoderándo­se de las bandas ante la zaga sevillista, aturdida y pidiendo la hora desde el minuto 1. Al descanso, mi admirado padre, que lleva 60 años siendo fiel a su cita con el Bernabéu, me telefoneó emocionado: “Me alegro de no haber ido al pueblo a pasar el Puente. Qué manera de jugar, hijo. Desde Cardiff no habíamos visto algo igual”. Pues sí, fue una goleada de padre y muy señor mío...

Y siempre Cristiano. El Sevilla era su víctima favorita. Ya lo avisábamos ayer en las páginas de AS. El portugués se pone on

fire cuando tiene delante las camisetas del equipo hispalense. La tradición se cumplió. Cristiano puso un doblete de oro en su

Semana Grande. Uno al batir por bajo a Rico tras una asistencia maravillos­a de Asensio. El segundo, tras un claro penalti de

Navas. Rico la tocó, pero entró. Eso significa que el quinto Balón de Oro le ha puesto las pilas y ha alejado el mal fario. Cristiano lleva 27 goles al Sevilla en 18 partidos y corrió 7,7 kilómetros cuando le dio descanso Zizou. No me extraña que quiera 7 Balones de Oro. Es su número...

Va por ellos. De hecho, en el Bernabéu se dieron cita 77.000 aficionado­s. El puente de diciembre llenó de familias y peñistas las gradas, como los llegados de La Estrada (Pontevedra), Ciudad de Montilla (Córdoba), El Vendrell (Tarragona) y Gonzalo, de Rincón de Soto, un niño de cinco añitos que vio su primer partido en el Bernabéu. Ese niño jamás olvidará su estreno. Madridista para siempre.

El Madrid se reconcilió son su esencia. Cinco goles maravillos­os, tantos como los Balones de Oro de CR7. Desde el cielo aplaudió Luis Andaluz, el socio nº 38 que nos dejó esta semana.

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