Un año después todo sigue igual

Acaba el año como comenzó. Con el

Valladolid ansioso por volver a Primera y sin conseguir dar con la tecla. Hace un año con Herrera, ahora con Sampedro. Ya sin Braulio y con la llegada de

Miguel Ángel Gómez. Más o menos con el mismo número de abonados, con Zorrilla a un tercio de su aforo y con el primer encuentro del año a la hora de la comida el día de Reyes, la pasada temporada fue con el Reus y ahora con la salida a

Pamplona. Y a estas fechas llegamos con la ilusión de todos los finales de año de ver fuerte al equipo después del parón navideño para ver si por fin subimos. Cada semana, cada temporada, te da revancha para no perder la ilusión. Pero si tiramos de realismo, nos daremos cuenta de que el club se está asentando peligrosamente en la categoría de plata y cada día se aleja un poco más de ese Valladolid que, en la década de los 80 y 90, era un fijo en Primera. Ahora ya es un fijo en Segunda.

Ese es el gran problema.

Queremos quedarnos con la buena imagen con la que los de Luis César terminaron el año. Sigue pendiente la asignatura de los partidos fuera de casa en los que no ha dado la talla de un verdadero aspirante al ascenso. El técnico busca blindar a su equipo atrás dada la gran capacidad de pegada y verticalidad ofrecida. Parece que está en el camino. Que el 2018 lo confirme.