AS (Valladolid)

El Madrid se borra, Bale no

Dos goles del galés no bastaron ● El Madrid, abandonado en defensa, a 16 puntos del Barça ● Keylor paró un penalti a Aspas, la figura del choque

- LUIS NIETO

El Madrid capituló oficiosame­nte en Balaídos. Esta ya no es su Liga, a pesar de Bale, que hizo dos goles y dio esperanzas, y ya no guarda ni las apariencia­s. Por momentos, el galés fue una bomba ciclónica, pero no la atómica que necesita el equipo para volver a la vida. No bastó. El Celta fue mejor y se quedó corto con el empate ante un equipo que ha bajado los brazos, sobre todo a la hora de defender.

Bale es el fichaje eterno del Madrid, porque como tal se recibe en el club y en la afición cada regreso del galés, que acaba averiándos­e siempre que está a punto de romper la barrera del sonido. Ahora se entiende en el club que llega como refuerzo invernal, porque es invierno cerrado en el Madrid. Cuando el equipo comenzó a deshacerse se volvió la vista al banquillo y su nulo efecto reparador. También se indagó en la plaga de lesiones. Ahora parte del núcleo duro del equipo ya no tiene dónde esconderse.

Marcelo se ha abandonado penosament­e en defensa. Le levantaron las faldas la jugada del penalti del 0-2 del Clásico y los dos goles celestes de ayer, sobre todo el 0-1. Salió el Celta a la contra y sin más rodeos que un pase diagonal de Aspas se vio sólo Wass con 50 metros por delante. Marcelo también había perdido ese autobús, holgazanea­ndo en la vuelta. El danés le dio un toque artístico al regalo, con una vaselina que convirtió a Keylor en estatua de piedra. Pero no sólo Marcelo anda en la inopia. Cristiano no sale del lado oscuro, Isco ha perdido encanto, Modric va y viene, Kroos es alérgico al quite, Achraf está verde, Casemiro ha olvidado que es el socorrista...

Hasta ahí el Madrid mareaba la perdiz y el Celta era una guerrilla organizada: cada vez que salía del escondite se liaba parda en las barbas de Keylor. Antes del gol de Wass, Aspas había estrellado un remate en el palo en pase preciso y ocurrente de Hugo Mallo. Aspas es un futbolista estupendo al que el Celta agiganta. En ningún sitio ha jugado mejor que en Vigo. Cuando se señala el escudo al marcar no se sabe si es por patriotism­o o por dar las gracias al club que le multiplica. Ayer fue un ejército completo.

Colapsado se vio un Madrid partido, remolón en el repliegue, al borde del acantilado, pero el Celta no miró a su espalda. Y allí llegó Bale. En dos minutos, en dos jugadas al espacio, acabó con aquella fiesta celeste. Dos goles con propiedade­s curativas para él y no tanto para el Madrid. Dos goles que no fueron casuales: antes de llegar a ellos el galés ya era la bandera del equipo. Pero es que además, en cuatro ratitos, se ha convertido en segundo goleador del Madrid. Sus datos dejan en paños menores a Benzema y alrededore­s.

Los dos goles cambiaron el resultado pero no cambiaron al Madrid, que perdió incluso la iniciativa y se vio más expuesto en la segunda mitad. Otra contra, esta vez mal defendida por Achraf, provocó el claro penalti de Keylor a Aspas. La gran figura del Celta perdió la partida desde los once metros con el costarrice­nse, que se adelantó muchísimo sin ser detectado. El Madrid andaba pidiendo la hora, regalando la posesión, sin dar una voz. Zidane se vio tan apurado que cambió seda por pana, con Kovacic y Lucas Vázquez. No sirvió. Un Celta lanzado llegó al empate, en cabezazo de Maxi Gómez tras ruleta imprudente y fallida de Marcelo.

Hubo entonces carga final, por justificar ese mensaje oficial de que el Madrid no entregará las armas hasta el último día. Rubén salvó al Celta ante Lucas Vázquez. El Madrid, a 16 puntos del Barça, no tenía ya salvación.

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