AS (Valladolid)

Dorado “Míchel me sorprendió desde la primera charla”

- M. MARTÍN /

Dorado (Córdoba, 10-7-82) es clave en un Rayo que avanza hacia Primera. Ha vivido tres ascensos (Huesca, Betis y Villarreal) y aquí ve un grupo que le hace soñar de nuevo.

Quedan seis finales para lograr el objetivo... —Vamos a por la más inmediata. Esto es tan largo que parece que nunca llegará el final, pero estamos en una buena disposició­n para el esprint. Se ha abierto una brecha con el cuarto. Es una distancia considerab­le, no inalcanzab­le. —¿Cómo lo está viviendo el vestuario?

—Cuando se acerca el objetivo hay ganas, aunque no nos volvemos locos porque aún queda mucho. —Usted tiene experienci­a en ascensos... —Dos a Primera, con el Betis y el Villarreal, partíamos como favoritos. Y con el Huesca subimos a Segunda después de 55 años. —¿Qué recuerda de esos momentos?

—Las 100 o 200 personas que iban al campo dándonos las gracias porque en su vida habían visto un ascenso del Huesca. Y también, el regreso de Tarragona en el AVE con el Betis ya en Primera, ver cómo estaba Santa Justa. Mi mujer me avisaba: ‘No veas la que hay liada’. La masa social que mueve es importantí­sima. Ves la alegría que transmites a esa gente y te sientes más satisfecho. —¿Ve similitude­s de aquellos equipos con este Rayo?

—Hace mucho el grupo, los objetivos los consiguen las plantillas. Un jugador te gana 4 o 5 partidos, pero para 42 necesitas una plantilla. —¿Cómo eran Mel (Betis) y Marcelino (Villarreal)?

—Mel conocía bien la categoría e hizo un buen bloque: sólido, compacto y ofrecía un fútbol bonito. Marcelino prepara bien los partidos, le da importanci­a al trabajo táctico, y sabe bien dónde hacer daño a los rivales. —También trató con Lillo: estando en el B le llamó para una pretempora­da con el Zaragoza. —El día de mi cumpleaños estaba en casa de un amigo en Córdoba y me vino a buscar mi madre para decirme que habían llamado de Zaragoza y que fuera a casa. Cuando cogí el teléfono, al otro lado estaba Lillo. Imagínate. Recuerdo a Paco Jémez, que trabajaba mucho en el gimnasio y coincidía con los del filial. Como él también se había criado en Córdoba hablábamos. —¿Cómo recuerda su llegada al Rayo en 2015?

—No me lo pensé, con lo que

me había costado llegar a Primera. Encima el fútbol del Rayo era muy atractivo y me gustaba el ambiente de Vallecas. —Han sido años de luces y sombras...

—Vine con ilusión y se empezaron a torcer las cosas. Decían: ‘No, el Rayo no va a caer’. Y caímos. El año pasado pensábamos que íbamos a estar arriba y nos vimos envueltos en una

vorágine mala. Este año teníamos ganas… a ver si podemos ponerle la guinda al pastel. —Hábleme de Míchel.

—Me sorprendió el curso pasado, con sus primeras charlas en el vestuario. Transmitía tranquilid­ad, confianza… y los resultados están ahí. Tiene un gran futuro por delante. —Usted está siendo el único central fijo para él.

—De los tres años que llevo aquí, el único central que podía estar por encima era Diego Llorente. El resto hemos estado a la misma altura. El puesto está bien cubierto juegue quien juegue. —¿Qué consejos le da a los más jóvenes?

—Tienen un gran potencial y se dejan ayudar, pero nada, pinceladas, porque la materia prima ya la tienen. Fran Beltrán ha crecido una barbaridad. —¿Es cruel el fútbol cuando se van cumpliendo años? —Quizá, aunque soy un privilegia­do porque saco 14 ó 15 años a algunos compañeros. No puedo hacer lo mismo, pero sigo aquí y con toda la ilusión. —Debutó en Primera con 29 años y le ha dado tiempo a todo. —Parecía que el tren ya había pasado y no iba a volver. Surgió la oportunida­d del Betis y cumplí mi sueño de niño. Después jugué en Europa con el Villarreal. Imagínate, otro premio más. —Ha renovado un año más por número de partidos jugados.

—No miro a largo plazo. Ahora estoy bien, pero cuando sienta que el coche no arranca... no voy a estar ahí con él estropeado. Hay que ser honesto. Yo no quiero estar por estar. Y no sólo físicament­e, también puedes sentirlo en la cabeza. —Ganar o perder en Vallecas no importa tanto como dejarse el alma. Es diferente... —Recuerdo la época del Betis en que se pitaba a Rubén Castro y Beñat. Y, sin embargo, aquí es todo lo contrario. Tú puedes fallar un pase, pero si estás dándolo todo… la gente te lo recompensa al final.

“Saco 14 ó 15 años a varios compañeros y aquí sigo, soy un privilegia­do”

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