Pasillos, valores y deportividad
Alos largo de los años, infinidad de futbolistas han hecho pasillo a sus compañeros del Real Madrid y Barcelona. Casi cada temporada, teniendo en cuenta cómo se han repartido los títulos ambos clubes en España, había un vestuario en el que un grupo de jugadores asumía que tendría que cumplir con el homenaje a los colegas que habían ganado un campeonato. Siempre se tomaba con naturalidad, se aplaudía y felicitada a los que iban a ser rivales en unos minutos, se reconocían sus méritos y luego se intentaba ganarles el partido. Nadie consideraba el gesto una humillación ni un sometimiento ni una bajeza ni nada parecido. Todo lo contrario. Los que hacían pasillo, en ese momento, se ponían a la altura en honorabilidad y grandeza a los otros. Y podríamos seguir enumerando cualidades: nobleza, humildad, excelencia, honestidad, generosidad…
Pues bien, todo eso lo han tirado por la borda los dos equipos a los que les han hecho más pasillos los futbolistas españoles. El ridículo del Barça cuando salió envarado Guillermo Amor a poner la excusa de no haber participado en el Mundialito para no hacerle pasillo al Madrid es tan grande como el del altivo Zidane sentenciando con soberbia: “No lo habrá porque lo he decidido yo”. ¿Qué pensarán los futbolistas de los otros equipos? ¿Se verán como seres inferiores? Nosotros os hacemos pasillo todos los años, pero vosotros no os dignáis a hacerlo… Y no vale la excusa de que lo ha decidido un superior. Los jugadores de Madrid y Barça son unos malquedas.