Festín de Gerard y gran tarde del tridente perico
El Málaga fue un muñeco en manos de un crecido Espanyol
Recién aterrizado por la mañana desde China, Chen Yansheng debió de frotarse los ojos. Y no por el jet
lag, que también, sino sobre todo por la eficacia del Espanyol. En media hora arrolladora, los pericos ya habían hecho lo que nunca habían logrado tan pronto en toda LaLiga: resolver el partido. Exhibición en la que mucho tuvo que ver un Málaga descompuesto, cuyo jet-lag obedece a que anhela que se termine ya esta tortura.
Desconocido desde que Gallego asumió el banquillo tras la destitución de Quique, volvió a llevar la iniciativa el Espanyol, que pronto buscó las bandas. Por la derecha encontró las dianas. Sólo necesitó ocho minutos Gerard para aumentar su leyenda, para quién sabe si despedirse como él sabe: haciendo goles. Darder le filtró un pase, la zaga malacitana vaciló al creer que era fuera de juego y en dos tiempos batió el canterano perico a Andrés Prieto.
También con suspense arribó el 2-0, de Sergio García con la colaboración de Rosales. Y, casi sin tiempo para saborearlo, estableció el 3-0 Baptistao, cruzando un balón con la derecha. El tridente del Espanyol se destapaba justo en la despedida de Cornellà.
Enfrente, un Málaga inane, al que sólo un error del Espanyol podía espolear. Y llegó, en unas manos de Naldo dentro de su área acaso involuntarias, un penalti que Adrián coló por la escuadra de Diego López. También una pena máxima absurda, ésta cometida por Rosales, la convirtió Piatti, su víctima, para establecer el definitivo 4-1 y dar paso a un cántico: “Gerard, quédate”.