AS (Valladolid)

Ricciardo se gradúa con una victoria de genio

Terminó con problemas de potencia y caja de cambios pero se impuso a Vettel y Hamilton en Mónaco. Alonso abandonó y Sainz finalizó décimo, en los puntos

- M. FRANCO

Volaban las lanchas, se movían los yates, mucho viento, ligera marejada en el Mar de Liguria y en el horizonte, nubes grises. El verano se volvió otoño, es lo que llaman primavera.

Mónaco se ponía bonita, pese a todo, gradas llenas, montes repletos, balcones atestados, barcos en sus puestos mientras chicos y chicas adornados de juventud y belleza se colocaban junto a la posición de cada piloto y un ejército de famosos se dirigía a la parrilla. Cantantes de ópera, jugadores de fútbol americano, estrellas de la

NBA, príncipes y princesas… Y mecánicos de Fórmula 1 con las manos llenas de grasa.

Por allí, la sonrisa nerviosa de Ricciardo, el gesto ausente de Sainz al caminar, la mirada

asesina de Verstappen, el saludo

de Hamilton con su hermano Wade, la cabeza baja de Vettel... Justo antes de empezar comenzó a llover. Apenas unas gotas tímidas. Poco más. Una vez la marabunta salió de la parrilla, comenzó la verdad de este deporte de mentira. Y la carrera, que pareció por unos momentos una procesión de amigos del yoga pero terminó siendo un ataque de ansiedad.

La salida, tranquila, con Ricciardo primero; Vettel, segundo y Hamilton, tercero. Por detrás los españoles en sus puestos, salió bien Sainz pasando a Alonso en los primeros metros, pero el asturiano recuperó en la curva, séptimo y octavo. Atrás del todo, Verstappen en su remontada desde el final de la parrilla. Pasó a los

Haas, a Stroll, Hartley, Leclerc, Vandoorne (por estrategia) y se quedó tras Alonso. Ahí paró su progresión hasta que cambió sus neumáticos en la vuelta 48.

En ese momento, tras unas vueltas iniciales en las que todo salía según la lógica, empezaron a pasar cosas. Ricciardo lideraba jugando con los tiempos cuando su Red Bull amenazó con perder potencia y se quedó sin la ayuda eléctrica de su motor Renault. Sufría con 160 caballos menos que sus rivales, y además solo podía usar seis marchas de las ocho que tiene el coche. Era 20 kilómetros por hora más lento que el Ferrari con Vettel detrás y pegado a él, Hamilton. Al lado, Raikkonen y

Bottas. En cinco segundos. Pero es en la zona media donde pasan más cosas. Alonso era séptimo, acercándos­e a

Ocon y con Gasly por detrás. Pero su McLaren se quedó sin potencia primero y sin caja de cambios después. Abandono. Primero de la temporada en el sexto gran premio. Después, Sainz con problemas en los neumáticos ultrabland­os de su Renault, debe dejar pasar a su compañero de equipo, Hulkenberg, que viene con hiperbland­os como Verstappen. También le pasa Max tras cuatro vueltas de defensa imposible.

Quedaban diez vueltas y por arriba todo seguía igual con Vettel pegado a Ricciardo. Hasta que en la vuelta 72, se tocan Leclerc, sin frenos, y Hartley. Coche de seguridad virtual. Vettel pierde tiempo. Hamilton cierra el podio. Gana Ricciardo. Segunda del año. Mónaco. Victoria de genio. En la noche abrirá su sonrisa de genio…

Avería El motor de Ricciardo tenía un déficit de 160 CV

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LA CELEBRACIÓ­N. En la piscina del imponente ‘motorhome’ de Red Bull en Mónaco, Ricciardo festejó su victoria en el gran premio más especial.
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