La cabeza es lo más importante
No me refiero al juego aéreo, que también conviene dominarlo, me refiero a que la principal arma que debe manejar un futbolista para triunfar es su propia cabeza. Muchos, con condiciones extraordinarias en lo técnico y en lo físico, se quedaron en el camino precisamente por no entender el juego y su aportación a él. Otros, en cambio, llegaron a Primera y solucionaron su vida, con muchas menos condiciones objetivas, por que se empeñaron en ser futbolistas. Por que hicieron todo lo que tenían que hacer para crecer como profesionales. Casos, admirables, como el de Munitis o Pinillos, por ejemplo, no necesitan comentario.
Viene esto a cuento de la progresión exponencial de Sergio Ruiz. Es cada día mejor futbolista porque tiene la inteligencia de escuchar a sus entrenadores y a sus compañeros e ir moldeando, día a día, su juego. Técnicamente no es malo, pero no destaca, físicamente es fuerte, pero como otros muchos, tiene buen tiro, pero no lo intenta más que tres veces por temporada. Lo que le diferencia de la mayoría es que es muy inteligente. Dentro y fuera del campo. Y humilde. De los que aprende de sus errores. Por eso, sin haberse forjado en las Instalaciones (se buscó la vida en el Juvenil del Laredo y luego, en los modestísimos Pontejos y Albericia), ha jugado 62 partidos en dos temporadas y ahora parece indiscutible.