El Racing se achicharra en el horno de Sarriena
Le faltó ritmo y jugó 32’ con uno menos que el Leioa
El Racing, por lo visto en lo que llevamos de pretemporada, está más preparado para torear en La Maestranza que en las plazas portátiles. Y el problema es que para llegar a La Maestranza hay que triunfar en el Grupo II de Segunda B. Y este grupo, con sus virtudes y sus defectos, es lo que se vio ayer en Sarriena. Balones en largo, choques constantes, intensidad..., y un par. Eso, guste más o guste menos, también es fútbol y hay que saber jugarlo.
Es cierto que el choque vino condicionado, además de por las condiciones del campo y del rival, por el insoportable calor (caía a plomo a las cinco de la tarde) y por la expulsión, justa, de Buñuel, a 32’ del final, por subirse a caballito sobre el delantero centro rival cuando este se iba hacia la portería. Aún y con esos eximentes, el peor Racing de la pretemporada.
En el primer tiempo, con Álvaro Cejudo dejando muestras de clase en cada contacto del balón (aunque se le vio sin chispa física), a los de Iván Ania se les vio sin ritmo con el balón, con sus dos pivotes desaparecidos, siempre lejos de la acción, y solo a la contra se encontraba a gusto. Muy bien de nuevo Jon Ander en los desmarques de dentro a fuera y gran jugada de contra entre Soberón y Cejudo que supuso el 0-1.
Con todo, el partido era más del gusto del Leioa, sobre todo de su delantero centro, Luariz, que sacó de punto a defensas y pivotes. Los cántabros tuvieron, de nuevo a la contra un par de acciones para sentenciar, las falló, y un juez de línea regaló un penalti a los leioatarras justo antes del descanso.
En la segunda mitad, con cambio de sistema de nuevo, como en Galizano, para compensar la superioridad en la medular del rival, pasó del 4-4-2 al 4-2-3-1, con Enzo Lombardo de mediapunta, el Racing no mejoró. Se adelantó, con un buen gol del extremo francés cedido por el Mallorca, pero siguió sin ser dueño del partido.
Luego, tras la expulsión de Buñuel, el Racing no existió. No solo eso, acumuló fallos y dio sensación de querer acabar con el fastidio del calor que de pensar en remontar. Lo mejor, los detalles de Cejudo. Lo peor, las sensaciones que transmitió el joven portero Zárraga. Antonio Tomás y Javi Cobo no jugaron, su adiós, más cerca.