AS (Valladolid)

Areola y Neuer se agigantan

Alemania y Francia empatan en el estreno de la Liga de Naciones Giroud y Ginter tuvieron las ocasiones más claras Gris Griezmann

- ARITZ GABILONDO REPORTAJE GRÁFICO: GETTY Y AFP

Neuer y Areola evitaron que la Liga de Naciones empezara de forma altisonant­e para Alemania y Francia. Ambos porteros se erigieron en figuras de un partido que fue de menos a más, como ocurrirá con este torneo. Especial mención merece el galo, titular ya en el PSG, que debutó con la selección haciendo olvidar a Lloris, lesionado. Sus dos paradas en el tramo final, especialme­nte una a Ginter, evitaron la derrota de la campeona del mundo.

Löw quiso que las heridas que aún muestra su selección no le hicieran desangrars­e como en el Mundial. Su alineación supuso un cambio de rumbo, al menos en cuanto a intencione­s. Apostó por los centímetro­s y compuso una Alemania más acorde con la historia. Puso dos centrales de laterales y devolvió a Kimmich a su posición natural de mediocentr­o. Su obsesión por taponar a Griezmann anuló al jugador del Atlético, aunque redujo la fluidez germana.

Kimmich fue el receptor del primer pase más que Kroos. Con el madridista absorbido por su compañero, Alemania sólo encontró los pasillos en los laterales. Rüdiger dejó sus tacos en el cuello de Pavard antes de poner en aprietos al debutante Areola. Werner y Müller abrieron el campo para dejar a Reus como falso nueve. No funcionó.

A Francia el partido le sonaba a Mundial. Concedió el balón y la posesión a Alemania para que se estrellara contra su muro defensivo. Pogba y Kanté se dedicaron a achicar agua. Era la Francia industrial que se coronó en Rusia, aunque sin el abrelatas con el que triunfó allí. Ese abrelatas solía ser Griezmann y casi siempre a balón parado. Ahí probó fortuna en un par de córners el conjunto galo, pero se encontró con una Alemania preparada para la batalla aérea. El único que inquietó a Neuer fue Giroud, que por fin remató a puerta tras 35 minutos y siete partidos del último Mundial juntos.

En los peores momentos de Alemania se escucharon pitos hacia los de Löw. El fútbol es tan inmediato que uno olvida que el técnico ha llevado a este equipo al menos hasta semifinale­s en todos los torneos disputados menos el último. Francia se sintió cómoda en su plan, pero la que reaccionó fue Alemania. La entrada de Gündogan introdujo agitación en mediocampo. El orgullo de un equipo herido le hizo levantarse como el gigante que es.

Así, los últimos minutos fueron un derroche de orgullo y amor propio de un conjunto germano que latió con la fuerza que acostumbra. Por fin Kroos y Kimmich congeniaro­n, por la izquierda Werner fue un cuchillo y lo único que faltó fue gol. Lo evitó Areola para demostrar que Francia tiene portero para los próximos años, además de un cuajo como equipo que le hace difícilmen­te superable. No lo logró ni esta Alemania en construcci­ón, pese a los evidentes síntomas de mejora, al menos en el final de partido, respecto al Mundial. No ganó ninguno pero los dos se sintieron triunfador­es: uno por lucir su segunda estrella con solvencia y el otro por recuperar parte del prestigio perdido.

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