Y cómo hemos cambiado...
Seguimos pellizcándonos para comprobar que todo esto no es producto de un gran sueño. Es de verdad, el
Valladolid, el menor presupuesto de LaLiga, ha irrumpido con tal determinación en
Primera que dentro de nada perderá el factor sorpresa, si no lo ha hecho ya. El estadio es el mismo, pero ha cambiado tanto la energía que transmite que parece otro. Y así en todo. Independientemente del resultado cada partido es una reafirmación de una idea. Una alineación como la de ayer en cualquier otro momento hubiera sido etiquetada como un suicidio deportivo desde el banquillo, pero Sergio sabe mejor que nadie que ahora lo puede hacer porque el equipo está en un momento sensacional de autoestima y solidaridad. Aunque no tiene ninguna pinta, las cosas pueden cambiar, pero este inicio invita a pensar en que después de tanto sufrimiento toca disfrutar.
Alcaraz, de nuevo ayer a un gran nivel, se quitó un peso de encima. Había marcado muchos goles de esta factura a lo largo de su carrera, pero ayer se estrenó en Primera. No será el único, ya lo verán, y eso para un equipo como el Valladolid es una gran noticia. A esto hay que sumar el crecimiento de Leo Suárez.
Es listo y muy hábil. Además ayer demostró su determinación con un gol de cabeza siendo el más bajito sobre el campo. Lástima de esos centímetros en fuera de juego de
Nacho. Por cierto, soy defensor del VAR pero hay una cosa muy negativa. Corta la espontaneidad de algo tan bonito para el fútbol como la celebración de un gol. Se gana en justicia, pero se pierde pasión.