AS (Valladolid)

“La Policía tiró la vida de mi hermano con 21 años” Gabriel Paulista

- CONRADO VALLE

Mestalla le ve como un capitán aunque no lleve el brazalete, ¿se siente un líder?

—Yo siento el respeto de la gente, de mis compañeros. Y eso me deja contento, me hace trabajar más, esforzarme más.

—¿Tiene respuesta a por qué el Valencia va 15º?

—El fútbol a veces es injusto. No estábamos jugando mal, pero hay un factor externo que es la suerte. Ahora veo que ella está con nosotros. Se puede llegar donde queremos (Champions). LaLiga está un poco rara y no estamos tan lejos de nuestro objetivo.

—Se le ve seguro.

—Todo lo que viví en mi infancia me hace relativiza­r los malos momentos del fútbol. Mis padres pasaron cosas terribles, fueron muchos años tristes. La vida en la favela (Sao Paulo) es difícil. Yo soy el pequeño de cinco hermanos (cuatro chicos y una chica). Vivíamos en una casa de madera que se inundaba cuando llovía. Ellos pasaron hambre... Por eso, cuando pierdo un partido, aunque me voy fastidiado, me paro y pienso en lo que pasó mi madre y me doy cuenta que hay otro partido, que un mal día en el fútbol tiene solución.

—Usted al menos pudo solucionar la vida de sus padres.

—A mi hijo le cuento cada día lo que sufrió su abuela, quiero que lo tenga presente. Aún recuerdo cuando le dije a mi madre que quería ser futbolista. Ella me dijo que era muy difícil, que ellos no podían pagar para que yo hiciera las pruebas en un equipo, que tenía que buscar un trabajo para ayudar en casa. Aún así quitaba dinero de los desayunos para que yo pudiera ir a entrenar... Cuando firmé mi primer contrato (Esporte Club de Vitoria) la llamé y le prometí que le compraría una casa. Ahora viven en una ciudad del interior de Brasil.

—¿Cómo se hizo futbolista?

—Con 8 años jugaba en la favela y con 12 al fútbol sala. Empecé a jugar en un club cercano, pero al año me dijeron que tenía que pagar para seguir. Ese día lloré mucho, porque no podía seguir. Pero con 17 años Dios quiso ayudarme. Un chico compró El Taboao Serra, de la cuarta de Brasil y que juega la Taça Sao Paulo, el torneo más importante de jóvenes (toma aire). Esto nunca lo he contado (respira). Mi hermano quiso ser futbolista, pero nadie le dio la oportunida­d. La vida en la favela es muy difícil y él empezó a hacer cosas malas. La Policía tiró su vida con 21 años (llora). Ese chico que compró el Taboao había sido amigo de la infancia de mi hermano. Un día llamó a mi madre y le dijo: “Le voy a dar a Gabriel la oportunida­d que no tuvo tu otro hijo”. No podía fallarles.

Experienci­as “La vida en la favela es difícil, a mi hijo le cuento cada día lo que sufrió su abuela”

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