AS (Valladolid)

Black Saturday

- DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO

Sonrojante.

Una vez leí una cita de don Santiago Bernabéu, que decía así: “La camiseta del Real Madrid es blanca. Se puede manchar de barro, sudor y hasta de sangre, pero jamás de vergüenza”. Es evidente que en Ipurua fueron infieles a esa máxima que durante décadas ha dado identidad a este equipo legendario. Yo me hice del Madrid de niño al ver cómo aquel equipo formado por los Pirri, Benito, Camacho, Stielike,

Juanito o Santillana convertía cada partido en una cuestión casi de vida o muerte. Podían perder, de hecho lo hacían, pero en el campo se dejaban el alma hasta el último minuto. Iban a por todos los balones divididos con fiereza, no dejaban prisionero­s cuando tocaba remar atrás, arriba mordían la salida del balón del rival, se comían al enemigo o al árbitro en cada jugada discutible, se dirigían a la grada pidiendo aliento cuando iban mal dadas, discutían entre ellos y hablaban buscando soluciones cuando la situación se ponía adversa... Eso es el Madrid de siempre. Sus futbolista­s se amargaban, se recluían en casa y no cogían el teléfono cuando sucedían cosas tan indefendib­les como las de ayer en Ipurua. La cuestión ya no es que te pase por encima el Eibar del admirable Mendilibar, el drama es que el club ya no puede despedir a Lopetegui como tabla de salvación para justificar este nuevo desastre. Julen está en la calle desde hace un mes y ha quedado demostrado que el problema era más profundo. Y eso que el renovado Solari no tiene la culpa de este empedrado. Ni él ha confeccion­ado este proyecto ni él podía saltar al césped de Ipurua a cortar las incursione­s de Cucurella,

Enrich o Kike García. El Madrid tocó fondo en Eibar, feudo que se nos daba de cine hasta este infausto black saturday...

Eibarazo.

Y no sería justo quitarle mérito a los armeros pese al partido horribilis del vigente campeón de Europa. El Eibar había preparado el duelo con tino y astucia, buscando en esa presión brutal las segundas jugadas en las que se mueven como nadie. Atrás, su defensa adelantada bien trabajada dejó al Madrid sin pólvora, al incurrir a menudo en el fuera de juego. Aunque en fuera de juego permanente vivieron Bale y Asensio, que están a otra cosa. Sólo

Benzema mostró vergüenza torera, sobre todo en el primer tiempo, buscando algo de petróleo en un pozo que estaba seco y lleno de lodo. El Eibar nos arrasó por ACTITUD y APTITUD. Dos palabras tan sencillas que parece mentira que no se utilicen en el vestuario del equipo que mueve más ilusiones en todo el planeta. ¡Si ellos supieran el disgusto que han dado a millones y millones de madridista­s que por fin habían recuperado la sonrisa! No hay derecho...

Y gracias a Courtois...

Y en medio del desastre, emergió

Courtois. Providenci­al. Evitó el belga otra manita a las que por desgracia se ha acostumbra­do últimament­e (Clásico y con

Bélgica). Esa es la peor noticia para el Madrid. Que encajando un 3-0 el mejor sea tu portero.

Enfado general.

Me muestran su desazón y su enojo los

peñistas de Cogolludo (Guadalajar­a), Porriño (Pontevedra), El Caldereril­lo de Montoro (Córdoba), La Alberca de Záncara (Cuenca) y Benalúa de las Villas (Granada). No se merecen

este disgusto Gregorio Puche, socio número 11 del Madrid (90 años) ni Antonio Esteban, que ha recibido ahora su insignia de oro por sus 50 años de socio. Ni el recién nacido Erik Bernárdez García, cuya familia es madridista hasta la médula. Mejor que no lo vieses, pequeño.

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 ??  ?? El empate del Wanda logró que el golpazo de Ipurua no tuviese daños mayores. Pero me consuela muy poco. La imagen dada por el Madrid en Eibar liquidó de un plumazo el efecto Solari.
El empate del Wanda logró que el golpazo de Ipurua no tuviese daños mayores. Pero me consuela muy poco. La imagen dada por el Madrid en Eibar liquidó de un plumazo el efecto Solari.
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