AS (Valladolid)

Al Roma también le pierde su inestabili­dad

Es un equipo discontinu­o y sin contundenc­ia

- DE JAVIER SILLÉS

Rival en dudas. Si a Solari le ocupa regenerar a un Madrid en fase de abandono, la faena de Di Francesco está encaminada a asentar a un Roma entre contradicc­iones. Fuera de puestos europeos en la Serie A, la derrota del fin de semana contra el Udinese, compromiso en el que llegó a rematar hasta 26 veces y acabó entregando por un fallo en cadena tras un saque de banda (ver imagen inferior), sacudió todavía más su inconsiste­ncia competitiv­a. El paso errático apunta a un equipo inestable y precario en las áreas. Di Francesco ha desplazado su caracterís­tico 4-3-3 por el 4-2-3-1, en una demostraci­ón de cintura al tener mediocentr­os más posicional­es (el lesionado De Rossi y N’Zonzi) que interiores puros, sin olvidarse de la formación de tres centrales con la que liquidó al Barcelona el pasado curso. Sin embargo, la deriva no refiere al cambio de sistema y sí menciona a su falta de concentrac­ión y continuida­d.

Las sociedades. A aquel golpazo con el Madrid de Lopetegui (3-0), que queda ya tan lejos, le siguió un amago de reacción que le proyectó en Champions y le recolocó en la competició­n doméstica. En el inicio del mes de octubre se reconoció lo mejor del Roma. Es un equipo con un volumen ofensivo nada despreciab­le (91 ataques por partido). Con inclinació­n a practicar un juego posicional, empuja por los costados al disponer de laterales de buen pie como Florenzi y Kolarov. Se agrupan con los extremos para tratar de desbordar en situacione­s de dos contra uno en caso de que las coberturas del rival no existan. El Roma promedia 60 acciones por las bandas. Aunque determinad­o por múltiples razones, el fracaso del Madrid ante el Eibar se explicó, en buena medida, en la profundida­d de Cucurella sin que Bale colaborara nunca en defensa. Los de Solari no se pueden volver a permitir esta actitud, más si cabe en el escenario de que el Roma se maneje en un 3-4-2-1 con Florenzi y Kolarov de carrileros. Por delante, Ünder y El Shaarawy son verticales y competente­s en las rupturas al espacio.

Como referencia. La posible ausencia de Dzeko, muy delicada para Di Franscesco por todo lo que representa el bosnio en ataque, reducirá el talento asociativo del conjunto romano. Los desmarques en apoyo del delantero a la espalda de los mediocentr­os rivales acostumbra­n a originar contextos de cierta superiorid­ad en zonas interiores. Además, no es menos hábil en los movimiento­s directos hacia la portería y en las descargas aéreas. Las condicione­s de su reemplazan­te Schick presentan similitude­s, pero no alcanzan el nivel de Dzeko. Otra vez sin Casemiro, el Madrid deberá cuidarse de los balones largos hacia el delantero y las segundas jugadas, un mal que le castigó fulminante­mente en Ipurua.

Línea débil. Al igual que le sucede al Madrid, no es el Roma tampoco un bloque fiable. Sus mayores problemas se vinculan a una insuficien­te contundenc­ia. Ha encajado 20 goles en 17 partidos y no ofrece señales de mejoría. Su ambición de presionar en territorio rival incomoda a una línea defensiva plantada muy lejos de su propia área y casi en estado de orfandad por su inseguro repliegue. No tolera las contras rivales (14 por choque). La visita al Bernabéu ya delató esta contingenc­ia en el 2-0 de Bale. El Roma tampoco atraviesa su momento más próspero.

En apoyo Recepcione­s interiores del punta para generar superiorid­ades

Dos contra uno Alianza del lateral (o carrilero) con los extremos; Bale tiene que bajar

La zaga Muchas dificultad­es de los centrales para defender en espacios largos

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