Cucurella: ‘nacido’ en el Espanyol y ‘crecido’ en el Mini
Un derbi infantil cambió su vida
Primero, el porqué de Marc Cucurella (22-71998, Alella) en Eibar. A final de la temporada pasada, José Luis Mendilibar se asomó al Miniestadi a un Barça B-Cádiz en el que quedó prendado de El Pelut o Cucu, que así lo han llamado siempre. También de Marc Cardona, que el 19 de julio ya era jugador del Eibar. Lo de Cucurella tuvo que esperar más. Sorprendido por la irrechazable oferta del Everton por Digne (20 millones de euros), el Barça tomó una decisión con Josep Maria Bartomeu a la cabeza. No ficharía un lateral izquierdo suplente para Jordi Alba. “¿No queréis Masia? Pues Masia”, solía decir a los periodistas en la gira americana del club azulgrana. Bartomeu, sin embargo, le deslizó a Cucurella que él sería el elegido. Pero mientras eso pasaba, se negociaba la ampliación de contrato de Juan Miranda (18 años) a quien los técnicos del Barça consideran el lateral izquierdo del futuro. A Miranda le llovían las ofertas y, para convencerlo, a él también le dijeron que sería el suplente de Alba. Sobraba uno y, tras el tour por Estados Unidos, Pep Segura le dijo a Cucurella que se buscase equipo. Iba contra el reloj, pero en Eibar le esperaba Mendilibar. Allí acabó cedido.
Cucurella empezó jugando en el Espanyol a los ocho años. A los 12, jugando con el Infantil A se midió al Barça. Jugó un partidazo. Ganó el Espanyol 1-2 y los técnicos azulgranas apuntaron en rojo su nombre. La familia de Cucurella aceptó pronto la oferta culé y comunicó la decisión con naturalidad en el Espanyol, que la recibió con pena. Primero, por la proyección del jugador. Luego, por su calidad humana y la educación y discreción de su familia.
El futuro. Cucurella considera que está cumpliendo bien los tiempos. El Eibar tiene una opción preferencial por el futbolista pero el Barça lo puede repescar. Las cifras no han trascendido. Feliz en Euskadi, ya se siente futbolista de Primera. A Mendilibar le gusta su recorrido, pero también su criterio. Debajo del Pelut hay mucho cerebro.