AS (Valladolid)

La locura por Boca se vive en Madrid

- MARCOS DURÁN

Ser bostero a miles de kilómetros de La Bombonera no es fácil, pero muchos hinchas vivimos los partidos como si estuviésem­os en La

Boca, nuestro barrio, pese a la distancia. Horas de sueño perdidas por el cambio horario, dejar de lado otras cosas..., y todo por juntarse con gente que comparte la misma pasión. Eso no tiene precio, eso no se puede explicar. Para la final en La Bombonera, más de 200 personas nos dimos cita en un bar de la capital española varias horas antes del comienzo del partido. Un centenar de hinchas se tuvieron que quedar fuera por falta de aforo, desplazánd­ose a otros puntos de la ciudad. Con el gol de Wanchope Ábila, soltamos todos los nervios, mientras que con el de Pratto nos resignamos y seguimos cantando. El de

Benedetto rompió gargantas. Puedo afirmar que fue uno de los goles más gritados por todos nosotros en nuestras vidas. El 2-2, en vez de hacernos callar, nos dio más fuerza. Cantábamos al ritmo de La Bombonera. Creíamos que los jugadores sentirían el aliento.

Para la vuelta del sábado todo estaba preparado, empezando en un lugar con aforo para 700 personas, para que nadie se quedase fuera y todos pudiésemos disfrutar. El lugar se llenaba y llegaban malas noticias de Buenos Aires: la final no se jugaba. El domingo, lo mismo: gente cantando por Boca desde varias horas antes, ansiando que llegase la hora del comienzo. Pero no pudo ser. A pesar de todo, nos fuimos del lugar esperando que este partido se jugara en algún momento. Y ese momento está cerca. Cerca de nosotros, además: en Madrid. Donde todos los bosteros nos juntaremos para alentar por la pasión que nos une.

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