Aquel gol de Rodrigo en Balaídos...
Marcelino habló del gol de Piccini ante el Huesca, justo antes de Nochebuena,
como punto de inflexión. Todos lo creímos. El espíritu de la Navidad ayudó a ello. Pero no. Se cayó en Vitoria, en Gijón y se empató en Mestalla contra el Real Valladolid. El de Balaídos
era un match-ball y fue ahí donde resucitó el Valencia.
Tras empezar perdiendo, Ferran y Rodrigo, en el 84, rescataron al equipo. Era el 19 de enero. Ese sí fue el punto de inflexión: la jugada de Gameiro y el gol de Rodrigo, que además rompía su sequía goleadora. A partir de ahí, sólo tres derrotas en Liga (Rayo, Atlético y Eibar), semifinales de Europa League y final de Copa del Rey, con varias remontadas incluidas.
Volvió el gol y ayer sonó la música de Champions. Pese a que hace poco, tras caer en Mestalla ante el Eibar, casi se arrojó la toalla. Alemany fue clave. Sujetó con todas sus fuerzas a Marcelino. Cuando lo fácil habría sido dejarle caer. Decisión arriesgada. Decisión acertada. Sin Marcelino seguramente esta temporada del Centenario
habría quedado muy gris. El objetivo ya está logrado. Ya no hay presión. Y sin presión, miren al Valladolid de ayer, se juega mucho mejor. Es hora de celebrar un poco. Luego llegará la final. Es el Barça, sí. Tienen a Messi,
sí. Pero están deprimidos, las lesiones han dejado sólo al argentino y además una Copa a ellos tampoco les arregla nada. ¿Por qué no?