AS (Valladolid)

La Vuelta asciende a las estrellas en Javalambre

La subida al Observator­io, primer puerto de entidad: 11,9 km al 7,5%

- JUANMA LEIVA ARCOS DE LAS SALINAS

El primer gran examen de montaña de la Vuelta 2019 (24 de agosto al 15 de septiembre) llegará pronto, en la quinta etapa (28 de agosto), y promete espectácul­o. Una jornada cuyo perfil, con sólo dos puertos puntuables, no debe esconder que se trata de casi 166 kilómetros quebrados, muy exigentes, con continuas subidas y bajadas hasta los pies del primer gran puerto de entidad de la carrera. En el municipio de Arcos de las Salinas (sur de Teruel), frente a su ermita de San Roque y paralelo al río Arcos que da nombre al

pueblo, arranca la ascensión al Observator­io Astrofísic­o de Javalambre, situado en lo alto del Pico del Buitre, una joya a la que la organizaci­ón le había echado el ojo y esperaba el momento propicio para darle la alternativ­a. En la edición de este año, que arranca en Torrevieja, encajaba perfectame­nte.

Para descubrirl­o, AS acude acompañado de uno de los ciclistas aragoneses por excelencia, Fernando Escartín, que tras su retirada es uno de los encargados de elaborar el recorrido de la gran ronda española como director técnico de la Vuelta, carrera que en esta edición ha incluido perfiles montañosos muy variados. El de Biescas cuenta que le propusiero­n la subida y tras inspeccion­arla, lo tuvo claro: “Es un gran puerto para la primera jornada de montaña, es duro pero tiene descansill­os, aunque si algún favorito llega justo lo puede pagar”. Los datos lo confirman: son 11.900 metros de ascensión y la media alcanza el 7,5%.

El puerto tiene dos partes diferencia­das... aunque de similar dureza. La primera arranca en el pueblo y pronto ofrece rampas que se agarran, con picos del 16% que pueden hacer mucho daño. “Hay que tener en cuenta que la carrera llega de hacer 150 km por un terreno muy sinuoso y no me extrañaría que aquí ya se hiciera una selección de los más fuertes con 15 o 20 corredores”. Esa primera parte transcurre entre bosque y su final, donde nace el río Arcos y aún se mantienen en pie antiguas casetas de pastores, se aprecia claramente porque el decorado cambia. Lo que no varía es la exigencia, ya que tras otro falso llano se vuelven a encarar rampas que pasan ampliament­e del 10%.

Cima. A partir de ahí la única vegetación que se ve es lo que por la zona llaman chaparras (sabinas rastreras), una planta leñosa que desde lejos parece decorar de lunares a la montaña y que los pastores usan como camas improvisad­as para recostarse, cuentan los lugareños. Lo cierto es que esa falta de vegetación le da a los kilómetros finales un aspecto similar al Mont Ventoux. “Aquí también pega bien el viento”, confirma Escartín.

También añade otro factor: “Se nota la altitud en estas últimas rampas, cuesta más respirar”. Las cuestas finales se acercan a los 2.000 metros (a 1.950 se encuentra la cima), y tras varios kilómetros

Escartín Lo reconoció para As: “Algún favorito sufrirá”

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DESNIVEL. Fernando Escartín reconoce para AS la ascensión al Observator­io Astrofísic­o de Javalambre. En la imagen encara una curva que muestra la pendiente de la ascensión.

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