AS (Valladolid)

Le traicionó el saque y acabó 2/12 en bolas de break

- NACHO ALBARRÁN MELBOURNE

El tenis español saboreaba ya el culmen triunfal de la resurrecci­ón de Garbiñe Muguruza. Por experienci­a y grandes títulos, se la veía con uno más en sus manos, el tercero en tres superficie­s distintas. Casi nadie quería contar con el factor sorpresa de una rival que pisaba fuerte desde el año pasado. La clásica historia de superación americana encarnada en la figura de Sofia Kenin, nacida en Moscú, con genes rusos y una capacidad innata para la solidez desde el fondo de la pista, la defensa al límite y el contraataq­ue.

Así fue como echó por tierra los sueños de Garbiñe y remontó un partido que se le había puesto cuesta arriba para vencer por 4-6, 6-2 y 6-2 en poco más de dos horas. La finalista primeriza y campeona más joven del Open de Australia con 21 años y 80 días desde uno de sus ídolos, Maria Sharapova (20 y 283 días), en 2008, tuvo fe y movió montañas ante una tenista que quería rematar su recuperaci­ón con otro triunfo en un grande.

A la ganadora de Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017 le traicionó una de sus mejores virtudes: el saque. Ocho dobles faltas, muchas en momentos clave, le dejaron sin trofeo. Se topó además con un muro, un trasunto de Simona Halep 2.0. Una pena, pero debe valorar lo que ha conseguido tan pronto junto a Conchita Martínez y su actuación en Melbourne puede facilitarl­e mucho, si no se viene abajo, el resto de la temporada. Sale 16ª del mundo cuando había entrado sin ser cabeza de serie, en el puesto 32 de una clasificac­ión que ella dominó durante cuatro semanas en 2017.

Bajo el techo de una Rod Laver Arena cubierta por culpa de la lluvia, desde el inicio se advirtió cómo sería la batalla táctica. Kenin quería alargar los intercambi­os. A Muguruza le interesaba acortar los puntos. En el segundo juego al resto dio un pasito adelante y un drive flojito de su rival le concedió el primer quiebre del partido. Sofia renegaba, se peleaba con las toallas y la raqueta. En mitad del set, la caraqueña la pifió con sus primeras dobles faltas y perdió la ventaja. Fue sólo un accidente, porque acto seguido cazó otro break y resolvió la manga.

La segunda arrancó con tres juegos en blanco y fue Kenin la primera que golpeó. A la española se le escapó una volea y encadenó algunos fallos que no tocaban (45 no forzados al final). La americana, más rápida por su menor estatura (1,70), se defendía bien, a menudo con molestos globos. Muguruza había perdido finura y su oponente, cada vez más animada, igualó el partido con un segundo quiebre.

Garbiñe estaba tocada (recurrió al fisio para que le trataran la zona lumbar y el muslo derecho). Su rival, crecida, ganó la otra batalla, la mental. Con 2-2 y 0-40 jugó cinco puntos tremendos con golpes ganadores. Tenacidad yanqui mezclada con frialdad rusa. Conchita sufría en el box. Y vino la estocada en forma, otra vez, de doble falta. De un 4015 a un break letal. Kenin estaba en trance. Y Muguruza se rindió o simplement­e no pudo reaccionar. Tres dobles más sellaron un final de partido triste. Otra vez será.

Garbiñe

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Garbiñe Muguruza, después de recoger su trofeo de subcampeon­a.
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Sofia Kenin besa la copa de campeona en el Abierto de Australia.

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