Siempre recordará su segundo gol en 169 partidos como azulón
EI Getafe sí que es de Champions. ¡Ya es tercero en LaLiga! Que lo sepan todos los que aspiran a ese club de auténticos privilegiados. Como el Athletic, que recibió una clase magistral de imponer, de hacer que se juegue solo a lo que uno sabe. Esta gente lo borda; será antiestético su juego, pero su efectividad merece llevarle a ese reino de los mejores de Europa. San Mamés perdió su embrujo ante tal contundencia. Segunda derrota esta temporada y en la era Garitano en casa. Desde hace casi 10 meses nadie marcaba dos goles al equipo rojiblanco en su guarida. Lleva siete partidos sin ganar, con cinco empates y dos derrotas; no se lleva tres puntos desde Granada el 1 de diciembre, más de dos meses han pasado. Amasa cinco de 21 y eso le aboca a vagar por tierra de nadie. Lo intentó pero no fue incisivo.
La primera media hora fue una guerrilla continua. Al colegiado se le fue de las manos, pensó que a tarjeta limpia tampoco iba a cortar tantas brusquedades y debates acalorados, y ya no hubo forma de meter en cintura a nadie. Empezaron los piques: Yuri con Mata, Raúl García con Etxeita… el otro fútbol. Ese mar revuelto en el que tan bien navega el equipo de Bordalás. Dentro de las trincheras, el Getafe estaba bien plantado, percibiendo que el ritmo era suyo, que por pura inercia y ante los dinamiteros que tiene arriba, algo caería. Lo logró Damián en el 35, con un jugadón apoyado en dos paredes, culminadas con un regate a Unai López y Yeray para meter el gol de la jornada. Su segundo tanto con el Getafe en 169 partidos (el primero fue ante el Espanyol en abril de 2018 con un gran disparo lejano); fue una oda al culebreo de un mago.
La primera parte se resumió en un 28 por ciento de posesión visitante y sólo 64 pases acertados, frente a los 250 de los rojiblancos. Esa rentabilidad resume el éxito de este grupo férreo que ha forjado Bordalás.
Una mano tonta de Lekue al inicio del segundo tiempo permitió a Mata, el mejor de la tarde, aumentar la distancia desde el punto de penalti. El Getafe lo tenía en el punto de cocción ideal. Dos goles, ni treinta segundos seguidos jugando, con algunos leones de los nervios y una sensación en la grada de impotencia. El Athletic estaba asfixiado, tal vez por la Copa.
Garitano desató una revolución, con triple cambio. Salieron Capa, Ibai y Aduriz. Y nada más ponerse en acción, centró Ibai en una falta a Aduriz, que remató tierno. El extremo luego la pegó en el larguero. Con tres movimientos, los azulones dejaban en cueros a la defensa bilbaína. Para colmo de desgracias, Íñigo Martínez vio la quinta amarilla y se perderá ese estimulante derbi de Anoeta.
Damián