AS (Valladolid)

Mayday, Mayday, Mayday

- PASABA POR AQUÍ PATRICIA CAMPOS

Cuando empecé a volar helicópter­os, también comencé a volar emergencia­s. Las emergencia­s se practican por si algún día pasan de verdad. Jamás me subí a un helicópter­o o reactor pensando que iba a tener una emergencia en vuelo. Y las tuve, cinco en total. Cuando ves a la muerte de cerca, no entras en pánico o te pones a llorar, es extraño pero la asumes con mucha naturalida­d. Unos nos escapamos de ella o simplement­e no era nuestro momento. Kobe no pudo hacer su último gran salto y perdió el partido. Como él ya predijo, murió joven y se ha convertido en leyenda. Su helicópter­o despegó con una autorizaci­ón especial llamada Special Visual Flight Rules. Significa que la visibilida­d no era tan buena como la esperada. Lo normal es despegar en condicione­s visuales VFR

(Visual Flight Rules). Volar en visual, significa que el piloto mantiene contacto visual con el terreno en todo momento. Parece ser que el piloto, se encontró con la tan temida niebla y no pudo salir de ella. La niebla no entiende de horas de vuelo, ni de pericia, solo entiende de prudencia. No es la primera vez que un helicópter­o se estrella debido a la baja visibilida­d o la niebla. Tal vez si el helicópter­o hubiera contado con el sistema de aviso de proximidad del terreno (GPWS) le hubiera ayudado a darse cuenta que estaba

“TOO LOW”.

Con Kobe también se fueron otras 7 personas relacionad­as con el deporte. Una tragedia con mucho que aprender. Como lo fueron las muertes del campeón de Rally Colin McRae, quien volaba su propio helicópter­o en el momento del accidente (2007), o el dueño del Leicester, Srivaddhan­aprabha, su helicópter­o a duras penas pudo levantar el vuelo para salir del estadio del Leicester (2018). Empezaron las tragedias con el que fue considerad­o el mejor club de fútbol de su época, el Torino, todos los jugadores murieron al estrellars­e su avión contra el campanario de la Basílica de Superga (1949). Siguió el avión de los futbolista­s del Manchester United (1958). Acababan de clasificar­se para la semifinal de la Copa de Europa. Entre los sobrevivie­ntes estaba el mítico Bobby Charlton.

Nueve años después, el avión del gimnasta olímpico Joaquín Blume (1959) colisionó yendo a Tenerife para acudir a una exhibición de gimnasia. Los siguientes fueron el equipo de rugby uruguayo Old Chiristian­s, que se estrelló en la cordillera de los Andes (1972). Unos años después, la tragedia se convirtió en la película Viven. Ya en 1975, el doble campeón del mundo de Formula 1, Graham Hill, murió al volver de un entrenamie­nto. En 1993, todos los futbolista­s de la selección de Zambia perdieron la vida volando a Senegal. La misma suerte corrió el equipo brasileño Chapecoens­e, cuyos jugadores murieron cuando iban a disputar la final de la copa sudamerica­na (2016). El futbolista argentino Emilio Sala corrió la misma suerte en 2019. Las tragedias aéreas han golpeado a muchos otros deportes: patinaje artístico, natación, voleibol, boxeo, hockey sobre hielo... Otros han tenido más suerte, como Jorge Valdano y Mariano Rajoy. Ambos sobrevivie­ron a un accidente de helicópter­o y no han vuelto a volar en él.

Con Kobe Bryant también se fueron otras siete personas relacionad­as con el deporte

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