AS (Valladolid)

"No identifico a La Roja con mi adiós. Me quedo con lo que viví. Fue maravillos­o”

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Antonio Maceda (Sagunto, 16-5-1957) representa el caso del futbolista marcado por la Selección. Juega ‘sólo’ 36 partidos con momentos inolvidabl­es, pero en la plenitud de su carrera, una lesión que se produce defendiend­o la camiseta de España en el Mundial 86, termina costándole la retirada.

—Ayer se tenía que haber jugado un España-Alemania, supongo que cada vez que se da un partido entre estos dos equipos le da un vuelco el corazón.

—Sí, sí, aquel día en el que marqué el gol a Alemania en París fue el día más importante de mi vida. Me pasó que la gente se queda con quien marca y ese día me tocó a mí. Es el gol que todos recuerdan.

—Y pensar que usted casi no sube a rematar esa falta…

—Así fue. Estábamos pendientes del resultado del otro partido del grupo. A Alemania le bastaba el empate y a nosotros también nos podía valer. Yo estaba ahí atrás y no paraba de mirar al banquillo. '¿Qué hago? ¿Qué hago?' Me decían que me quedara. Y, de repente, cuando quedaban cinco minutos, nos dicen: ‘Al ataque, al ataque’. Llega la falta. Le digo a Gallego que no saque, que voy a subir. Se la da a Señor. Casi no llego, de hecho llego tarde y por eso remató desde donde remato, muy atrás, pero fue el momento adecuado para cabecear solo.

—El único español rubio, alto y de ojos azules… hunde la fiesta a los rubios, altos y con ojos azules de verdad, los alemanes.

—Era impensable. Me prestó (gustó) mucho que al finalizar, en la sala de Prensa, viniera a saludarme Beckenbaue­r. Se puede imaginar todo el mundo lo que era aquel señor para mí. Se me quedó grabado. Lo pasamos muy mal. Briegel, el armario ese, nos complicó la vida. En los dos primeros córners casi nos hace dos goles. Uno al poste y otro al larguero.

—Ese fue su momento culminante, pero hablarle de la Selección es hablarle de la lesión que le retiró del fútbol.

—Sí. Mucha gente cuando recuerda aquello de México 86 me dice ‘qué mala suerte tuviste’ y yo nunca he sentido esa sensación de mala suerte. Pasó. No me puedo quedar con lo que no viví y sí con lo que viví en la Selección. Fue maravillos­o. El calvario que pasé después ya no estaba con la Selección. Era mí día a día. Fue muy duro llegar al Real Madrid después de 10 años en los que no te podías mover, jugar una temporada, irte a un Mundial y quedarte fuera por un menisco. Si me hubiera roto los ligamentos, la rodilla… Una infección me deja fuera en el mejor momento. Tenía 29 años, me quedaban tres o cuatro perfectos de fútbol en el mejor equipo, ya titular con la Selección. No fue fácil, la verdad. Lo más fácil hubiera sido caer en una depresión total, pero yo lo viví con naturalida­d. Ha pasado, está aquí, ¿qué hago? Lo acepto o me echo a llorar todo el día.

—A lo peor era porque después de tres años de tanto sufrimient­o ya no le quedaba nada dentro.

—Eso es verdad. Me costó ir al Bernabéu dos años. La gente no sabía muy bien lo que me había pasado. Tampoco era algo para contar todos los días en el periódico y cuando iba me preguntaba­n que cómo estaba, cuándo reaparecía. Me pedían que jugara, que teníamos que ser campeones. Aquello me mataba. Me iba a mi casa mal. En mi día a día no había problemas, incluso en los entrenamie­ntos, en los que yo sabía que no podía jugar más, los vivía con tranquilid­ad. El presidente me renovó un año sabiendo que no iba a poder jugar…

—O sea, que no identifica la Selección con su retirada. —No, no, para nada. El recuerdo que tengo es fantástico. En muy poco tiempo viví momentos muy especiales. Goles, partidos. La Selección es una maravilla. La gente al final se queda con la Selección. Es de todos. Somos todos. Me dio tiempo por suerte de conseguir muchas cosas. Los primeros años no era titular, pero al final sumas que jugué dos Mundiales, aunque fuera el último partido del 82 y el primero del 86, por medio estuvo la Eurocopa 84, que fue mi gran momento… Los recuerdos son buenos. Para mí el fútbol no se trataba de sumar partidos, se trataba de sumar emociones en esos partidos. El tema de la lesión fue muy duro, no voy a decir que no. Hay un día clave, cuando cojo la infección y en Navidad están todos los días limpiándom­e, metiéndome un poco de todo. Era terrible aquello. Hubo una frase clave. Los médicos se juntan y les escucho decir: ‘La pierna hay que salvarla’. Cuando escuché

—Debuta en 1981 contra Inglaterra en Wembley y se despide con Brasil en México 86.

—-El debut fue el mejor que se puede pensar. Fue un partido precioso y ganamos. Yo no era de los que se dejaba impresiona­r. Vivía los acontecimi­entos del fútbol sin grandes alardes de nada. Controlaba los sentimient­os bastante bien. Salí a jugar como cuando salía con el Sporting. No me preocupaba­n ni los contrarios ni Wembley. No me impresiona­ba nada. Salí nervioso pero acabé disfrutand­o. Guardé la camiseta. Después del partido me dijeron que el míster de ellos había dicho que el del 'big blond’ era una maravilla y claro te vienes arriba. Nada más acabar el partido nos dicen que han liberado al brujo Quini. Para todos fue algo grande, pero para Joaquín, para mí fue algo especial. Fue el no va más. —Llegamos al Mundial y encima en España. Aquello acabó en suplicio.

—Se hizo mal también. Fuimos a La Molina, montaña, y luego a El Saler, mar. Es entonces cuando nos damos cuenta de verdad que hay un jugador que sobra porque tiene que venir un tercer portero. Pasamos una semana o dos que nadie pasaba por los médicos ni los físios. Al final a Quique Ramos, que era un cielo de chaval, se le ocurrió decir que tenía una molestia. Le hicieron una prueba. No había ninguno de nosotros que la pegara tan fuerte como él y le dijeron que estaba para irse y le mandaron para

El gol "Le dije a Gallego que subía y no sacara, se la dio a Señor y rematé de milagro”

Retirada

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Maceda jugó 36 partidos con la Selección y marcó ocho goles.

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