AS (Valladolid)

"Hubiera pagado por jugar con los pequeñajos. ¡Qué maravilla de Selección!”

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casa. A la semana siguiente estábamos todos donde el médico. No se cabía. Fue cómico.

—Y futbolísti­camente, un desastre.

—No jugábamos a nada. Fue duro. La afición, espectacul­ar. Nosotros no hicimos nada. Jugamos muy mal. Había futbolista­s muy buenos pero el equipo jugó muy mal. Cuando juegas así no puedes tener expectativ­as de nada. Nos dábamos cuenta de todo y lo llevábamos mal. Llegó el empate contra Honduras y lo peor que se puede hacer es empezar a cortar cabezas. Lo que haces es marcar a futbolista­s que ya no jugaron más en todo el Mundial. La convivenci­a se mantuvo bien.

—¿Y el asunto de la Seguridad influyó en el rendimient­o del equipo?

—Tanto lo notábamos que los fines de semana nos íbamos a casa y la pareja de guardias civiles estaba con nosotros. Había bastantes jugadores de la Real, que era la base del equipo, del Athletic… Claro que lo notábamos, pero todo de lo que se hable y esté fuera del campo son excusas. La realidad es lo que pasa dentro ¿Qué me importa a mí que un guardia civil esté conmigo?

—Se estrenó en el último partido contra Inglaterra, ya sin posibilida­des de clasificac­ión.

—Para mí era importante. La ilusión era grande. Por lo menos para contarlo. Fue bonito.

—Fase de clasificac­ión para el Eurocopa 84. Muñoz selecciona­dor… Y 12-1 a Malta.

—Pensábamos que le íbamos a marcar cinco o seis. En su campo ganamos de milagro (2-3). El problema era la necesidad. Cuando no necesitas goles te dedicas a tocar, jugar bien y hacer los tantos que lleguen. La afición también debía pesar como nosotros. Había mediocampo. El míster hizo una buena labor. Lo tenía claro. Pensábamos que si había mucha suerte y entraban las oportunida­des que creáramos se podía llegar. Salimos a jugar y a ver qué pasa. —En el descanso creían aún menos.

—Claro. Tuvimos ocasiones a morir y nos fuimos 3-1. Encima ellos llegan una vez y marcan. Y luego, sin embargo, marcamos nueve y sólo haríamos tres o cuatro ocasiones más. Mucha gente decía que estaba amañado, si lo hubiera estado, hubiéramos sido un poco más listos hubiéramos metido cuatro o cinco antes del descanso. Fue algo que surgió. La charla del míster en el descanso fue perfecta. No nos metió ninguna presión. Dijo que lo estábamos haciendo de maravilla, que sólo faltaba que entrara la bolita en la portería… Salimos. El estadio estaba lleno, habían abierto las puertas y la gente nos recibe con el “sí, sí, sí… nos vamos a París”. Nosotros nos mirábamos y decíamos estos cabrones sevillanos están de cachondeo con nosotros. Es imposible, están de cachondeo. No puede ser que la gente crea y nosotros, no… Yo metí dos goles en un minuto pero es que en tres o cuatro habíamos marcado cuatro. De cinco pasamos a nueve en cinco minutos. Ahí comenzó la gente a volverse loca y nosotros a intentar sosegar el partido y seguir en la misma dinámica. Para ganar 12-1 hay que hacer muchas cosas bien. No hay que volverse loco.

—Y estamos en Francia. En la Eurocopa.

—Ese fue mi Europeo. Estaba en mi mejor momento. La final me lo marca también el partido del 12-1. La amarilla que vi contra Malta me deja fuera. Era acumulable y no lo sabíamos. Me enseñan la segunda en la prórroga de la semifinal contra Dinamarca. Les eliminamos en los penaltis. Estamos celebrando y viene el delegado y me dice que no puedo jugar la final. No me lo podía creer.

—Todo cambia cuando se gana a Alemania.

—Sí, la perspectiv­a cambia por completo. Al pasar a semifinale­s todo lo que habíamos hecho era bueno, aunque hubieran pasado muchas cosas anteriorme­nte y hubiéramos machacado al preparador físico, con el que tuvimos problemas después del primer partido porque dijo que no habíamos corrido… Ya era todo bueno.

—En la final se pasa del tándem titular Goiko-Maceda a improvisar con Salva y Gallego.

—Gordillo tampoco estaba. Llegamos a la final con bajas, pero los que jugaron hicieron una final impresiona­nte.

—Con la euforia del finalista el futuro se veía de otra manera, verdad.

—En la fase de clasificac­ión para el Mundial de México es donde se hace un equipo de verdad. Empezamos a creer que podríamos dar un paso adelante y no pensar que iba a llegar Alemania y nos iba a ganar siempre. En México 86 podíamos haber hecho más todavía, incluso meternos en la

El peor día "Fue cuando escuché a los médicos: 'La pierna hay que salvarla'. Ahí acabó todo”

Jiménez y Joaquín.

Santamaría.

Xavi. final. Perdimos otra vez por penaltis, pero ese equipo ofrecía otras sensacione­s.

—Usted forzó para llegar al Mundial después de ser operado en marzo.

—Había jugado tres partidos de Liga más la final de la UEFA sin problemas con el Real Madrid. Llegué bien, pero en un entrenamie­nto choqué con Calderé y me llevé un golpe en la misma rodilla. Eso fue lo que motivó todo lo que pasó después. Me extrajeron líquido. Jugaba los partidillo­s de entrenamie­nto y me seguía saliendo líquido. No tenía dolor. Contra Brasil jugué perfectame­nte, pero al acabar tenía la rodilla hinchada y se decidió que no podía seguir así y me volví para España. La primera vez que me sacaron líquido me tenía que haber vuelto. Influyeron las ganas de jugar. El míster también quería que jugara. Errores que se cometen y se pagan después.

—Fue el principio del fin…

—Sí, nada más volver me abren y no ven nada. Me dicen que es un edema de cartílago. No me hacen nada y sigo. En otoño vuelvo al quirófano y a partir de entonces, lo que hemos hablado.

—¿Y cómo vivió los éxitos, por fin, de la Roja?

—Lo más importante fue encontrar un estilo, saber a qué se jugaba. En nuestra época siempre nos faltaba algo. O fútbol en mediocampo, gol adelante, contundenc­ia en defensa… Y cuando salen estos pequeñajos a jugar, a tocar y a tener el balón el 80 por ciento de la posesión ya no faltaba nada. Sabían a qué jugaban. ¡Qué maravillos­o hubiera sido estar en esa Selección! Un lujazo espectacul­ar. Ese equipo no jugaba al fútbol, disfrutaba del fútbol. Hubiera pagado por jugar con ellos. Se juntaron futbolista­s de un nivel extraordin­ario. En mi época también había bajitos y muy buenos, pero siempre nos faltaba algo. Cada uno vive su época y no me arrepiento.

Un lujo

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Maceda, durante la entrevista en que repasó su trayectori­a con la Selección española.

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