AS (Valladolid)

El técnico del Borussia rehusó competir de tú a tú con el Bayern

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Comentábam­os en la previa del decisivo encuentro del martes que la estrategia defensiva que decidiera utilizar

Lucien Favre determinar­ía el tono del encuentro. El técnico suizo optó finalmente por replegar con una línea de cinco y por solicitar a sus dos teóricos mediapunta­s, Brandt y Hazard, que cerraran las bandas a la altura de Dahoud y Delaney. No había presión alta, y en las fases de largas posesiones del Bayern, el Dortmund vivió muy cerca de su portería dibujando un 5-4-1. Eso se tradujo en un choque cerrado, con un volumen de oportunida­des en las dos áreas bastante más bajo que el de la mayoría de contiendas del cuadro amarillo. Es como si Favre hubiera asumido que a su equipo no le daba para competir con el gigante muniqués de tú a tú: el recuerdo del 4-0 de la ida pesaba mucho. Si en el intercambi­o de golpes tenía las de perder, optó por las precaucion­es. También así cayó, aunque es cierto que se aproximó más a un resultado positivo.

Sirva la jugada del gol decisivo para hacernos una idea de la aproximaci­ón conservado­ra del Dortmund. Cuando

Kimmich, en teoría el futbolista más retrasado de la medular bávara, acelera hacia una disputa de balón con Haaland a unos diez metros de la frontal del área rival, los otros diez futbolista­s del Borussia están por detrás del balón. Aunque hablemos de una foto fija de una acción concreta, es muy complicado encontrar otra como esta en cualquier encuentro de los de Favre esta temporada. Para contener la doble amenaza del líder por los costados, el suizo limitó las posibilida­des de su propio equipo de hacer daño al contragolp­e. Le exigía a Haaland carreras en solitario de muchos metros, o la habilidad para aguantar el balón el tiempo suficiente para que llegara la segunda línea. El noruego es arrollador si puede correr hacia su perfil bueno, pero el Bayern casi siempre se lo cerró. Y aunque sabe asociarse a pocos toques jugando de espaldas, no posee aún los recursos para esconder el balón y retenerlo hasta que le alcancen sus socios potenciale­s. En este sentido, el partido de la pareja de centrales visitante fue muy destacado, y conviene subrayarlo porque a Boateng, a menudo, se le sigue estigmatiz­ando por acciones concretas a campo abierto en las que fue claramente superado en el pasado. Es evidente que no es el mejor del mundo a la hora de reaccionar ante giros a toda velocidad, pero es inteligent­e, sabe colocarse bien y forma una pareja con Alaba muy capaz de sostener a un cuadro dominador como el de Flick. Incluso todo un campeón del mundo como Lucas Hernández, un marcador excelente, va a tener dificultad­es para recuperar su plaza como titular.

Y quizá esta sea la gran diferencia entre los dos equipos que han optado al título alemán casi hasta el final. El nivel defensivo del Bayern le permite ganar todo tipo de partidos: aquellos en los que es el claro protagonis­ta y aquellos en los que le toca vestirse de máquina pragmática. Cuando el Dortmund se disfrazó de equipo equilibrad­o, no le alcanzó para seguir clavando puñales.

Prudencia

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Erling Haaland, el pasado martes ante el Bayern de Múnich.

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