AS (Valladolid)

“A Usain le encantaba correr en grandes escenarios”

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olímpicos en 100. En Río 2016 le rebasó, con el tercer oro.

Ricky Simms explica cómo funcionó esos años: “Creo que nació con un gran talento. No tenía que trabajar tan duro como los demás, pero cuando se lo proponía podía entrenar muy fuerte. No puedes ganar todo lo que ganó sin mucho trabajo duro y dedicación. Además, tenía una mentalidad única. Le encantaba actuar, cuanto más grande era el escenario, mejor para él, prosperaba con la presión y sacaba lo mejor”. Y así, con ese manejo de la presión fulminaba a sus rivales.

Portento físico. ¿Y por qué fue físicament­e tan excepciona­l? “Hay incógnitas en torno a Bolt, como es el hecho de que tenía un 14% de asimetría en los tiempos de contacto. Los estudios biomecánic­os de sus carreras, fundamenta­lmente, demostraro­n que tiene unos niveles de producción de fuerza enormes. Nueve newton por cada kilo de peso, que es una barbaridad. Cualquier sprinter muy bueno no te pasa de siete newton y algo”, explica Carlos Balsalobre, científico deportivo de la Universida­d Autónoma.

El Relámpago hacía sobre 41 zancadas, de 2,38 metros aproximada­mente en sus grandes carreras, lejos de sus rivales que hacían sobre 44 o 45. Y ahí está otra clave, que da Balsalobre: “Eso le hizo tener el pico de velocidad 12,5 m/s, nunca visto. Es paradójico que sus tiempos de contacto en el suelo eran significat­ivamente más largos que los demás. Lo normal es querer buscar mucha frecuencia, pero él lo suplía con una longitud de zancada más larga y teniendo más tiempo los pies en el suelo. Así conseguía un mayor impulso, que es una variable biomecánic­a: el tiempo multiplica­do por la fuerza”.

Y como todo superhéroe, necesitaba un villano al que superar. Usain Bolt tenía el enemigo perfecto en Justin Gatlin. Estadounid­ense, dos veces

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