AS (Valladolid)

Soldado condena a Rubi

El valenciano se cargó la remontada del Betis El Consejo verdiblanc­o debatía anoche la destitució­n del entrenador

- J. A. ESPINA / LA CRÓNICA

Rubi quedó anoche al borde de la destitució­n. El técnico del Betis había resucitado in extremis, por enésima vez esta temporada, cuando su equipo lograba remontar mediante un penalti a Borja que convirtió Canales y un chut lejano de Tello. Pero el Granada tenía aún algo que decir. Roberto Soldado enganchó en el descuento y a la salida de un córner una volea para anotar el 2-2 final. El Consejo verdiblanc­o debatía anoche la destitució­n de su entrenador.

Remozó por completo Rubi su once, con hasta siete cambios respecto al que había saltado de inicio al césped del Sánchez Pizjuán. Pero el equipo verdiblanc­o casi no mejoró su versión. Era el Granada el que había creado ya las dos primeras ocasiones claras antes de que Carlos Fernández hiciera el 0-1 (29’). El delantero cedido por el Sevilla ha arrancado finísimo este regreso de LaLiga, con tres goles en dos partidos, y seguro que marcar en el Villamarín le da otro empujón importante a su regreso a Nervión.

Había sido Joaquín el que perdió ese balón del 0-1 y el portuense intentaría redimirse con un maravillos­o eslálom y una rosca que se marchó alta. Fue Fekir, desapareci­dísimo hasta entonces, el bético que se acercó más al gol antes del descanso. Rui Silva, al que pretende el Betis, voló con una gran mano cambiada.

El Granada especuló durante prácticame­nte toda la segunda parte. Sin acercarse a Joel pero también casi sin sufrir hasta encontrars­e con los dos goles béticos cuando se llegaba al 90’. Pero quedaba aún una bala, la de Soldado. Un goleador impenitent­e que salvó el récord de su propio entrenador, Diego Martínez, al que nadie ha remontado, tampoco esta vez, un partido en 77 que lleva ya como granadinis­ta. Y que probableme­nte se cargó al técnico contrario.

Canales Edgar Tello Fekir Joaquín Pedraza Loren Borja Iglesias Aleñá Mandi

Total

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Diego Martínez y los compañeros abrazan a Soldado, con el 9 y de espaldas, después de que éste consiguier­a el gol del empate final.

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