AS (Valladolid)

“Felices por Sainz, pero tristes” con su marcha rumbo a Maranello

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Casta. Y de casta le viene al galgo. Carletes, o Sainz Jr, es desde hace tiempo Carlos Sainz, sin diminutivo­s. Con 24 años se ha labrado su propio éxito en la élite del automovili­smo y supera la centena de grandes premios. En su fichaje por la mejor escudería de todos los tiempos, “el Real Madrid de la F1”, puntualiza­n desde su entorno, ha tenido mucho que ver cómo se sobrepuso a las circunstan­cias durante la pasada temporada: se quedó fuera de Red Bull y Renault y encontró un volante en McLaren, apuesta arriesgada para ambos, que se saldó con la mejor campaña de su vida, sexto del Mundial y podio en Brasil. “Claramente el mejor del resto”, describía Horner, jefe del equipo energético. Opina Helmut Marko que “Carlos beneficiar­á a Ferrari”.

En McLaren, quienes trabajan día a día con Sainz tienen sentimient­os encontrado­s, “muy felices por él pero tristes por su marcha”. Ha echado horas en Woking, se mudó a pocos kilómetros de la fábrica para poder colaborar de primera mano en el desarrollo aerodinámi­co del monoplaza. A Tom Stallard, su ingeniero de carrera le “impresionó desde el primer día que tiene un conocimien­to técnico bastante bueno y quiere desarrolla­r el coche en primera persona”. Para Andreas Seidl, team principal, “Carlos es impresiona­nte cuando habla en las reuniones, parece un ingeniero, y además es muy rápido”.

Un Sainz está inevitable­mente ante los últimos grandes retos su carrera y el otro, a punto de iniciar la etapa de su plenitud, pero no es casualidad que quienes les rodean aprecien el mismo espíritu de trabajo. Comparten nombre, pasión por las carreras y el gen ganador.

McLaren

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