Un calvario que
Un penalti a Carvajal, transformado por Ramos, sacó al Madrid de un apuro y le lanza hacia el título
Entre que el Getafe es rival cargado de espinas, que el humo del incendio en el Barça cegó sus ojos, que entendió tarde el partido y que Zidane no afinó con la alineación, el Madrid pasó un mal rato antes de acostarse en un colchón de puntos muy mullido. El pleito quedó resuelto cuando Olivera metió el pie y la pata en una internada de Carvajal y desde el punto de penalti decidió Ramos, que en sueños se ve pichichi.
Hay visitas al dentista más agradables que veladas con el Getafe, el blindado que Bordalás lleva muy cerca de la vanguardia de esta Liga, un equipo que necesita poco la pelota porque su plan es otro. Defiende lejos de su marco, aprieta arriba, roba en las barbas del portero rival, alarga la pierna, le sobran convicciones y tiene delanteros que aciertan con el ojo de la aguja. Una trampa que ha servido para todos menos para los grandes felinos del campeonato, equipos dotados de jugadores con pie superlativo. Esta vez, en Valdebebas, Bordalás dio un paso atrás, metió un trivote (con Maksimovic de falso mediapunta) y entregó la suerte del partido a las bandas, con laterales doblados, aunque con el tiempo Nyom y Cucurella han ido estirando sus obligaciones, y mandó a Mata a la aventura. El delantero centro del Getafe es el segundo futbolista que más faltas comete de LaLiga. Hasta ahí lleva su colmillo el equipo de Bordalás.
Así recibió a un Madrid sin Hazard y con Vinicius, el correcaminos, un jugador al que, a menudo, le van más deprisa las piernas que la cabeza, pero también una fuerza de la naturaleza con mejores soluciones que el belga en este momento. Porque Hazard ha recuperado la silueta pero sigue buscando el duende.
En la otra orilla del ataque quedó Isco, el primero que repite en una plaza con siete aspirantes en un pañuelo. Plaza que ha dejado escapar Bale, que vive confortablemente en la resignación, consolado por el buen clima y el golf. Se lo ha llevado la corriente. Sin embargo, hace tiempo que Isco no alborota.
A los trece segundos Timor se llevó la primera tarjeta por una patada por detrás a Isco para dejarle claro al líder que aquello iba a ser Corea. La puesta en escena del Getafe fue impecable. Convirtió el partido en una ratonera para el Madrid y bordó uno de sus grandes recursos: no permitir correr al adversario. Difícilmente deja abierta la puerta de atrás.
El Madrid se vio en la trinchera, con dificultades incluso para superar el centro del campo, chapoteando ante un adversario multiplicado en cada palmo de campo, desactivados su centrocampistas, sus extremos y hasta Benzema, oculto en aquella marea azul.
Sólo dos veces el Madrid sorteó con claridad la emboscada antes del descanso, en un desmarque de Mendy cuyo centro lo tocó